La violencia desatada tras el golpe de estado que anunciara Pedro Castillo el pasado 7 de diciembre, nos ha confirmado las endebles convicciones democráticas de algunos y la entraña violenta y desestabilizadora de la izquierda. Y también están, por supuesto, los defensores de la institucionalidad y la democracia, que, aunque no hagan tanto ruido son firmes en sus convicciones. Pese a que la cancha está trazada la salida de la crisis política pareciera inalcanzable.
Mientras los demócratas y peruanos de bien hacen denodados esfuerzos por trabajar, la izquierda radical que no tiene otra agenda que la Asamblea Constituyente, la cual solo empobrece aún más a ese “pueblo” por el que dice luchar.
Las imágenes desoladoras de Cusco sin turistas, la leche que debe ser arrojada al rio en Arequipa, los inocentes que murieron porque unos delincuentes disfrazados de “marchantes” no dejaron pasar ambulancias, solo alimentan las perversas intenciones de quiénes solo quieren recobrar el poder, sin importar las vidas que se lleven a su paso.
En medio de este “estallido” social que prometieron los fieles escuderos del golpista Castillo, se pretende forzar un adelanto de elecciones. Se equivocó Dina Boluarte el domingo pasado cuando le dio un ultimátum al Congreso, también se equivocaron en el Parlamento cuando desandaron lo avanzado y dejaron en fojas cero el esfuerzo que había supuesto alcanzar más de 90 votos en una primera votación para adelantar las elecciones para abril del próximo año. Lo bueno es que la pretensión de la izquierda de que se apruebe un referéndum para consultar sobre la convocatoria a una Asamblea Constituyente ha sido enterrada por 75 votos. Solo 48 estuvieron a favor del referéndum.
Pero ellos no cejan en su esfuerzo desestabilizador para hacerse del poder absoluto, por eso ahora van por la Mesa Directiva del Congreso, y para ello estén dispuestos a conseguir votos negociando incluso la impunidad de Los Niños de Acción Popular.
La renuncia de Digna Calle (Podemos Perú) la noche del viernes así lo confirma. Esta alianza contra Williams Zapata tiene como protagonistas a Guillermo Bermejo, José Luna y a Los Niños de AP, que harán hasta lo imposible por librarse del desafuero.La maniobra que pretenden es hacerse de la Mesa Directiva para luego ir por la vacancia de Boluarte y así hacerse del poder.
Saben que “la calle” no les ha funcionado, no han logrado que Boluarte renuncie y tampoco imponer su Asamblea Constituyente, por lo que van a jugarse sus últimas cartas.
Ante este embate, el bloque democrático en el Congreso debe estar más unido que nunca por preservar la legitimidad y la permanencia de Williams al frente de la Mesa Directiva.
Estamos al filo de la navaja, caminando al borde del precipicio.Por eso es urgente apoyar a las instituciones que aquel aciago 7 de diciembre supieron hacerle frente a la intentona golpista de un personajillo que soñó con ser dictador.