En el marco de la crisis nacional, se ha venido sorteando el adelanto de elecciones como el tanque de oxígeno para rescatar al país. Todas las iniciativas en el Congreso, sin embargo, han sido condicionadas por la izquierda. Aprovechando el quiebre que ejecutó el golpista Pedro Castillo, han instrumentalizado la ola de violencia —azuzada también por sus huestes— para tratar de dar la estocada imponiendo una asamblea constituyente, un viejo antojo que quieren calcar de los fracasos bolivarianos. Pero su conveniente obstinación no tendría mayor plazo. El abogado Lucas Ghersi ya presentó ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) un planillón con más de 600 mil firmas para neutralizar esta intentona. Entre sus principales argumentos está el desconocimiento de este proyecto de los mismos promotores. Un botón es Kelly Portalatino, quien patinó al ser consultada y de esta forma dejó expuesta una de las improvisaciones más peligrosas de los últimos tiempos en la historia peruana.
Para el sector izquierdista, el libre albedrío colinda con la licencia para articular despropósitos —como Verónika Mendoza diciendo que Sendero Luminoso ya no existe; la realidad la desdice—; para autopercibirse como los salvadores de los grupos con menos recursos —ahí vemos a las contramarchas de personas que quieren solo trabajar y no vivir del Estado—, y por último: para amplificar la magnitud de la incertidumbre buscando la implementación de una asamblea constituyente, una iniciativa con aires dictatoriales. La región latinoamericana es el máximo testimonio.
Sobre esto último, ya se viene ensanchando un muro contra esta manía inconstitucional. El pasado viernes 10 de febrero, el abogado Lucas Ghersi llegó hasta el JNE para presentar un planillón de más 600 mil firmas. Este inventario de rúbricas, que pasó previamente un control de calidad, es para encaminar la modificación del artículo 206 de la Carta Magna con el objetivo de adicionar un párrafo que ratifique que solo el Parlamento puede aprobar reformas constitucionales y que “en ningún caso cabe la aprobación de una nueva Constitución a través de una asamblea constituyente”.
Esto, sin embargo, es solo uno de sus propósitos. El otro es “tener la oportunidad de explicarle a los peruanos por qué la asamblea constituyente es una mala idea”. Esto partiendo sobre todo de una encuesta de Datum que expuso el descarrilado efecto izquierdista: un 56% de los sondeados quiere una asamblea constituyente —evidentemente por la falsa narrativa que se viene imponiendo en las calles y las redes sociales— y un 47% no sabe para qué sirve. “Eso significa que la gente no tiene idea de qué es una asamblea constituyente y la mayoría no quiere tampoco el cambio de la Constitución”, apuntó Ghersi después.
Incluso este desconocimiento llegó a niveles casi autodestructivos para sus propios promotores. La congresista de Perú Libre y ex ministra de Salud del golpista Pedro Castillo, Kelly Portalatino, fue consultada respecto a esta iniciativa y se estrelló consigo misma.Primero apuntó contra el artículo 17. “Nos manifiesta que necesitamos elegir nosotros... para acceder a una universidad pública tenemos que tener economía para poder ingresar”, dijo. Inmediatamente le enrostraron el verdadero contenido: “En las universidades públicas el Estado garantiza el derecho a educarse gratuitamente a los alumnos que mantengan un rendimiento satisfactorio y no cuenten con los recursos económicos necesarios para cubrir los costos de educación”.
Después fue contra el artículo 82, referido a la Contraloría: sobre su autonomía y su elección en el Congreso (con propuesta del Ejecutivo). Le preguntaron qué se debe cambiar y solo dijo: “tenemos que fortalecerlo pues”. Le insistieron, una nueva oportunidad, para contar qué se debe modificar, pero insistió en su descargo al paso.
El drama en las calles sobre la asamblea constituyente tiene incontables ejemplos. A varios manifestantes le preguntaron por qué respaldan esta medida y todos al unísono amontonaron palabras, no sabían qué representaba.
El presidente del Poder Judicial, Javier Arévalo, ya dijo que “una nueva Constitución no va a cambiar la realidad de un país”. Pero esto no lo escuchan elementos como Sigrid Bazán, Anahí Durand, los hermanos Cerrón (Vladimir y Waldemar), Guido Bellido, Guillermo Bermejo y otros. Quieren seguir dándole la vuelta a la rueda hasta que se desenganche y aplaste a todos. Sin embargo, hay jóvenes que aún luchan por la causas justas y patriotas, y cada día son más. 600 mil firmas no son cualquier cosa. Es un ejemplo a replicar para aplacar otras ofensivas de los antidemócratas.