El repudiable atentado terrorista perpetrado el sábado 11 de febrero en el sector de Natividad Pichari en Cusco, costó la vida de 7 valerosos policías de Dinoes y la Comisaría Natividad, respectivamente. Esta situación obliga hacer un análisis serio y profesional para entender el por qué de lo sucedido, y no, como lo vienen haciendo radicales de izquierda y progresistas, quienes, con su enfermiza subjetividad, o su intención de tener la verdad única o ser dueños de la “moral”, se creen en derecho de deslizar extrañas y ponzoñosas teorías sobre las causas del ataque terrorista. Esperamos que la Procuraduría del Ministerio del Interior tome cartas en el asunto y haga las denuncias que corresponden, porque no se puede pisotear la dignidad de una de las más importantes instituciones que dan seguridad interna al país, la PNP, y que no pase nada.
Por casi 30 años de lucha contra el terrorismo en el VRAEM, equipos especiales de Inteligencia y operaciones de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, así como la participación de las diversas agencias de Inteligencia del Estado, lograron arrebatarle a los Quispe Palomino, cabecillas de Sendero Luminoso en el Vraem, casi el 80% del “territorio” que le estaban robando al país a punto de bala y dinamita. La fuerza del Estado que arrincona a los sediciosos, dio un último y duro golpe en año pasado con la famosa operación PATRIOTA. Como se ha conocido, ni Pedro Castillo, ni su PCM y menos el ministro de Defensa de aquel entonces, estuvieron informados de la valiente operación para acabar con Sendero en la zona.
Por otro lado, no debemos olvidar que una de las principales “tareas” del encarcelado presidente, fue darle zarpazos al sistema de inteligencia, para dificultar las operaciones y las investigaciones en curso y sabotearlas para su beneficio. Hoy, ese manoseo de la inteligencia nos pasa factura, y es titánica labor de reconstruirla, la de la gestión actual. El general PNP Óscar Arriola abrazó con todas sus fuerzas la información clasificada con la que contaba DIRCOTE PNP para evitar el pillaje político, logrando poner a salvo esa parte de la inteligencia contraterrorista del Perú. El Perú jamás olvidará lo que Óscar Arriola hizo y estuvo siempre dispuesto a hacer: defender a la patria con la vida.
Tampoco debemos soslayar la “omnipresencia” de congresistas como Guillermo Bermejo en la zona del Vraem, que bajo el pretexto de “luchar” por sus derechos, solo induce a la población a sembrar más coca, a ser mas dependientes de ella y a estar, de manera directa o indirecta, vinculados al narcotráfico. Indudablemente, quien trafica con drogas en el Vraem, debe pasar por la “aduana” senderista, que ya está envalentonada y dispuesta a “recuperar “ese territorio “perdido” por las operaciones de las fuerzas del orden.
Por eso que hoy es necesario que la presidente Boluarte designe una autoridad política con rango de ministro, un Zar Antiterrorista, para que dirija la lucha contra este flagelo. Una autoridad que pueda articular políticas de Estado y las mejores prácticas en gestión pública para promover no solo acciones militares, policiales o de inteligencia y capturar a los facinerosos, sino también para planear y ejecutar estrategias políticas, económicas, sociales y culturales y poner en valor una región cuyo potencial agrícola podría llevarlos a la estratósfera de las inversiones, y no, como hoy, al subsuelo de los cadáveres. Señora presidente, tome la decisión, hágalo por el país, ¡Sí se puede!