La crisis sin fondo que empaña todo augurio de buena posteridad no es el techo de nuestros problemas. Ahora se suma el tambaleo de los perfiles políticos. Este podría ser un nueva bomba de tiempo ante un posible adelanto de elecciones.
Como si volviéramos a una etapa embrionaria políticamente, el Perú se encuentra en un entrampado proceso de (re)nacimiento. Por un lado tenemos a una izquierda que se regocija en su convocatoria para lo que dicen que no es violencia pero termina en eso y al otro lado a una derecha dispersa, desconectada y hasta disociada de sus propias raíces.
Un botón de esto último es Renovación Popular, de Rafael López Aliaga. El mencionado, quien además se desempeña como alcalde de Lima, estuvo presente en la invitación a la secuencia de reuniones estratégicas con la presidenta Dina Boluarte en Palacio de Gobierno. Entre sus descargos, hubo uno que llamó la atención. Le preguntaron si consideraba que Fuerza Popular había complotado contra el bloque derechista respecto a la programación de los nuevos comicios. Esto en referencia a que este el movimiento fujimorista paralizó el intento de este sector político —de tener nuevos comicios para abril de 2024— presentando una iniciativa para que sea en 2023.
López Aliaga, lejos de resolver esa duda, expuso sus anticuerpos ante esa colectivización. “Primero, un partido socialcristiano no es un bloque de derecha, ¿ya?”, dijo. Y luego complementó anunciando que están a favor de la intervención del Estado en la economía. Incluso muy a su estilo potenció su postura con un “eso un clásico de derecha no se lo va a decir nunca”. Días después, como parte de un proceso de desvinculación, de profilaxis, la secretaria general de este movimiento político, Fabiola Morales, hizo eco de palabras y hasta lo llevó a un nuevo nivel. Apuntó que “Hay una derecha” a la que no pertencen y en un sorpresivo contraste dijo que se identifican más con la izquierda política. Y para sellar esta metamorfosis, o verdadera presentación en público, dijo que efectivamente si fueran gobierno intervendrían la economía nacional.
En este revuelto tablero político donde nadie es lo que es, también está Fuerza Popular. La lideresa de esta organización, Keiko Fujimori, sugirió que sintoniza con el famoso centrismo. Tras la reunión en el Ejecutivo, le preguntaron sobre el adelanto de elecciones y respondió: “Hemos visto también una extraña coincidencia entre los extremos: entre la extrema derecha y la extrema izquierda que lamentablemente boicoteó esta salida”. A los primeros los acusa de poner reformas que no tienen votos y a los segundos de condicionar esta iniciativa con la asamblea constituyente. Si no es derecha o izquierda, entonces Sra. Fujimori, ¿qué es?
En este intento por cortar el lazo con los polos políticos podrían quedar flotando sin bandera y sin brújula. Con estos movimientos solo le están dando más terreno a la izquierda que no tiene ningún problema en existir gracias a sus propias contradicciones y mentiras. La derecha debe entender que no se trata de seguirle el juego a los que los estigmatizan. Deben recordar que la gran mayoría se convirtieron en anticuerpos por la narrativa del otro frente. Entonces, el objetivo no debe ser desengancharse sino ensamblarse y ser una unidad ante esta catástrofe heredada de la chota nostra.