OpiniónMiércoles, 1 de marzo de 2023
Sunedu: ¿fórmula mágica o ilusión?, por Diego Gutiérrez

La ¿reforma? universitaria del 2014, impulsada por el ex congresista y ex candidato del Partido Morado, Daniel Mora, marcó un antes y después en el mercado universitario peruano. Bajo la justificación de contar con una oferta educativa “de calidad”, se creó la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU), que reemplazó a la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) para la regulación de la educación superior.

A raíz de la reciente aprobación de la “Ley que modifica el Consejo Directivo de la Sunedu”, el tema ha vuelto a resonar en la opinión pública. Por ello, en aras de aportar al debate, conviene analizar cuáles han sido los efectos de la Sunedu en el mercado universitario peruano y explicar, en grandes rasgos, por qué este regulador no es la varita mágica que solucionará todos los problemas de la educación superior.

En simple, la Sunedu es el dueño del mercado universitario peruano: decide quiénes entran al mercado, quiénes salen y quiénes se mantienen. Realmente un gran poder. Gracias a esta facultad, la Sunedu fue capaz de cerrar universidades (bajo el termino técnico de denegatoria de licenciamiento -no se cayó, se desplomó-) y de este modo, reorganizar la oferta del mercado universitario peruano.

Esta reforma le “limpió la cancha” a unas pocas universidades que han sido las verdaderas beneficiadas del control estatal del mercado universitario. De acuerdo al diario Gestión, la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, la Universidad Tecnológica del Perú y la Universidad César Vallejo han sido las que se han despuntado tras el movimiento en el mercado, inclusive llegando a facturar más que algunas representantes del consorcio de universidades como la PUCP o la Universidad de Lima.

Siendo así, la reforma no necesariamente ha tenido un efecto en la calidad educativa, por el contrario, parece haber actuado como una contrarreforma al restringir el acceso de miles de personas a la educación universitaria. La restricción de competencia de universidades privadas solo ha generado que exista una menor oferta para una demanda que aumenta año tras año, y los perjudicados finales han sido los estudiantes y sus familias que tienen que invertir mucho más en educación para pagar la pensión de una universidad “licenciada” o alguna “élite” del consorcio de universidades.

La Sunedu, en la teoría, tutela un interés público y tiene las mejores intenciones, nadie lo puede cuestionar, sin embargo, el camino al infierno está lleno de buenas intenciones. Lo que ha sucedido en la práctica ha sido la elitización en el acceso a una carrera universitaria (producto de la escasa oferta y el aumento de las pensiones), y con ello se ha aumentado la brecha entre los que pueden acceder a la educación universitaria y los que no.

Por ello, sería un error creer que la Sunedu es una varita mágica que soluciona todos los problemas de la educación superior, por el contrario, esa sensación de falsa calma puede contribuir a que se dejen de lado los verdaderos problemas de la educación superior que son, por ejemplo, la educación e inversión pública, la calidad educativa y la reforma de la educación técnica.

Una verdadera reforma en la educación superior podría iniciar, por ejemplo, con una revalorización de las universidades públicas, con inversión y educación pública eficaz. El Estado debe de asegurar que las universidades públicas ejecuten su presupuesto de manera eficiente y que se imparta enseñanza de calidad. Si las huelgas, las tomas o la burocracia se mantienen como el pan de cada día, difícilmente se podrá revalorar la educación pública y seguirá la preferencia por una educación privada, sin que entre en juego el factor de la calidad de la enseñanza si quiera.

En consecuencia, la data revela que la reforma (o contrarreforma) ha generado una élite universitaria que restringe el acceso de miles de estudiantes a la educación superior y las que realmente se han beneficiado son unas cuantas universidades. Si queremos una reforma que realmente ayude a los estudiantes menos favorecidos debemos de articular una reforma integral en educación básica, técnica y superior enfocada en la calidad de enseñanza, y dejar de lado la superioridad moral que ha priorizado el poder del burócrata sentado detrás de un escritorio en una superintendencia.

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