OpiniónJueves, 2 de marzo de 2023
Sunedu como barrera a la entrada, por Hans Rothgiesser
Hans Rothgiesser
Economista y periodista

Ahora resulta que el Partido Morado es liberal. Parece como que nuestros políticos intervencionistas creen que están aún en 1970, cuando podían reescribir la historia sin mayor problema y hacer que una redefinición antojadiza suya se vuelva verdad a punta de repetición. Así es, ese partido que apoyó los límites a las tasas de interés y que votó en contra de la vacancia del presidente más intervencionista de nuestra historia nos quiere hacer creer que añora promover las libertades del individuo en el Perú. A mí personalmente me parece ofensivo.

Esta travesura se vuelve más disparatada si tomamos en cuenta que miembros del Partido Morado han sido fieles defensores de Sunedu y que han salido a reclamar en todos los medios por los cambios recientes que se han aprobado. Independientemente de si estos cambios son buenos o malos, el mero hecho de que aboguen por mantener a la Sunedu de hierro que cierra algunas universidades, pero le da margen a otras con criterios que a veces son inexplicables resulta hasta infantil.

En ese sentido, podemos discutir que el mercado de la educación superior tiene fallas y requiere regulación. Hasta ahí podríamos llegar a estar de acuerdo. Sin embargo, la solución a esas fallas, imponer una institución que revisa toda clase de detalles y brinda o no las licencias sobre la base de criterios que no siempre son razonables y que estén tipificados, constituye una barrera a la entrada de nuevos competidores. Esto es microeconomía básica.

Las universidades que ya están dentro, ante la presencia de estas barreras a la entrada de nuevas universidades, celebran a más no poder. Esto significa que tienen un mercado cautivo. Después de todo, si bien la oferta está siendo amarrada, la demanda sigue creciendo: la población sigue subiendo, cada vez hay más jóvenes que quieren ir a la universidad y los ingresos de las familias han estado subiendo también. Esto quiere decir que podrán cobrar más y más. Esto es lo que predice la teoría y —oh, qué casualidad— es exactamente lo que ha pasado.

En este momento es cuando usualmente saltan los argumentos maquiavélicos que postulan que criticar a Sunedu implica necesariamente ser enemigo de la educación, querer intencionalmente que la educación en el Perú sea mala, estar amarrado a los intereses oscuros y mercantilistas de las universidades que todas ellas lo hacen absolutamente todo por dinero, etc, etc. Es decir, las usuales tácticas de los que no pueden mantenerse en la discusión y tienen que crear caricaturas que sí estén a la altura de su nivel de debate.

Este es el momento también en el que saltan a decir que la alternativa es nada. Como un niño de pregrado que ve al universo en términos de negro o blanco, los defensores de Sunedu pretenden hacernos creer que la alternativa a Sunedu es que no haya absolutamente nada. Y eso es infantil. Incluso antes de Sunedu teníamos un modelo de regulación. Que era deficiente, ciertamente. Pero algo era. Los cambios recientemente aprobados ni siquiera nos retrocede a esas épocas. Apenas introduce algunas modificaciones a como Sunedu hace las cosas hoy.

Pero ni eso podemos proponer. Queda clarísimo, pues, que para este grupo de intelectuales es su propuesta o nada. Así de democráticos son. Tiene que ser la Sunedu arbitraria y estricta que instalaron ellos, la que se politizó de inmediato y que inició sus funciones con la pata en alto, repartiendo declaraciones en medios sobre las propias universidades que tenía que regular. Hacer un trabajo de acompañamiento para mejorar la calidad en general de las universidades, aplicando lecciones de las que sí están haciendo las cosas bien… Nah, eso es mucho trabajo. Pero igual te ataco en medios si me criticas.

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