Esta semana, Tesla anunció sus planes de abrir una nueva fábrica en el centro industrial de Nuevo León en México, confirmando que México es el país latinoamericano que más oportunidades tiene para avanzar hacia el primer mundo sin necesidad de alejarse de Occidente. A pesar de tener un presidente reacio a la inversión extranjera, el contexto internacional y sus ventajas comparativas únicas –especialmente geográficas y demográficas– le dan siempre la oportunidad de fortalecer su relación con Occidente y recibir capitales extranjeros de esa mitad del mundo para reducir la pobreza.
La situación en Perú es muy diferente. Somos un país que geográficamente le da la espalda a Occidente y cuyas principales oportunidades comerciales y de inversión están en el Asia-Pacífico y no tanto en Norteamérica y mucho menos en Europa. Por si fuera poco, nuestra accidentada geografía y la escasez de tierras fue históricamente una barrera para la inmigración, por lo que el vínculo cultural entre Occidente y gran parte del país es nulo.
Por todo ello, cabe preguntarse por qué la élite peruana se empecina en darle relevancia a la posición política de países tan lejanos –como España– cuando para estos solo somos una tierra exótica en el lejano océano Pacífico. Hablar el mismo idioma no nos puede atar políticamente por siempre a un país que es la quinta rueda de la Unión Europea. Asimismo, carece de sentido sumarse al cotilleo regional. Especialmente, cuando el Perú se encuentra en una región que no representa ni el 7% del PBI mundial. ¿Por qué le dedicamos tiempo a estos perdedores?
Cada país tiene una suerte diferente y de la utilidad de esa suerte depende el progreso de su gente. Así como los mexicanos tuvieron la suerte de vivir en las puertas de Estados Unidos, los peruanos tenemos la suerte de vivir frente al Asia-Pacífico, la región geográfica con mayor PBI del mundo y la que más ha crecido en las últimas décadas. Capitalizar ese potencial y no perder tiempo con países distantes ni con una región mediocre es nuestra principal oportunidad para acabar con la pobreza en el país.