El desastre que ha significado el paso del Ciclón Yaku para varias regiones del país ha puesto en evidencia una de las consecuencias más palpables de vivir en una continua crisis política, donde los cambios de Gobierno y los cierres del Congreso son cosas que pueden suceder en cualquier momento, sin mencionar las renovaciones de Gabinetes.
¿Cuándo empezó todo esto? Difícil saberlo. El Perú no es un país que se caracterice por una larga tradición de gobiernos democráticos y transiciones pacíficas. Me atrevo a decir que etapas como el Civilismo o los 15 años que siguieron al final del Fujimorato son pequeños oasis republicanos en nuestra historia.
Sin embargo, también es necesario recordar que el entrampamiento en el que nos encontramos hoy es resultado de las maquinaciones egoístas de la clase política. Así, unmomento clave para entender cuándo y cómo empezó esta crisis, es la vacancia de PPK, protagonizada por aquella infame mayoría de Fuerza Popular y, por supuesto, por Martín Vizcarra.
El ataque del Lagarto
Martín Vizcarra se hizo con el poder mediante la traición. Muestra de esto es que formó su primer gobierno con César Villanueva, principal promotor de la vacancia contra Kuczynski, como Primer Ministro.
Sin ánimo de ser exhaustivo, sus casi 3 años de gobierno estuvieron marcados por la falta de brújula política, los discursos para el populacho y la búsqueda insistente de pleitos con el Congreso. A este último lo terminaría disolviendo, aprovechándose de un área gris de nuestro sistema jurídico que hoy es inconstitucional.
También aceitó con dinero público a casi todos los canales de televisión, periodistas “independientes” y medios de prensa con llegada masiva. Así fue como pudo manipular los resultados del referéndum para la absurda reforma política y judicial que promovió (el Sí, Sí, Sí, No), esconder que la pobreza volvía a incrementarse después de más de una década de reducción ininterrumpida, vender como exitosa la peor gestión de la pandemia a nivel mundial y sacar a la muchedumbre a la calle para que pidan su restitución en el poder.
Durante ese período, que fue el Gobierno más largo que hemos tenido desde que Humala terminó su mandato, los avances en grandes obras de infraestructura como la Línea 2 del Metro de Lima, la expansión del aeropuerto Jorge Chávez y la reconstrucción de los sectores afectados por el Niño Costero del 2017; fueron prácticamente nulos. Los mismo puede decirse del destrabe de proyectos mineros, los cuales son el principal motor de nuestra economía.
El daño también fue moral
La cultura republicana en nuestro país está aún en pañales y gobiernos como el de Martín Vizcarra, en los que las ambiciones personales priman sobre el deber de servicio, no sólo traen pobreza, muerte y destrucción, sino también desesperanza. En ese sentido, el daño infligido por “El Lagarto” no sólo ha sido material sino también moral.
Así, con respecto a mediados del 2016, hoy cada vez más peruanos han dejado de creer en el proyecto republicano y están dispuestos a apoyar alternativas antisistema. Esto es altamente preocupante.
Ahora, nos queda trabajar por recuperar la confianza en el sistema democrático que personajes nefastos como Vizcarra hicieron añicos, pues, con sus fallas y a paso lento, este sistema nos ha permitido expectorar a gobernantes como Pedro Castillo o el mismo Martín Vizcarra.
Es más, este sistema ha impedido que este último consiga un curul en el Congreso y, así, logre sortear las causas penales que lo acechan. No todo está mal en este país.