La envidia es el pilar fundamental de toda la arquitectura del socialismo. Envidia es el malestar por el bienestar ajeno (fruto del esfuerzo fisico y/o intelectual inteligente y sostenido, propio o de los ancestros) que, por comparación, disminuye la propia sensación de bienestar. No es por tanto razonable considerar virtuoso el argumento socialista aunque se disfraze siempre de supuesto interés por beneficiar a otros. La historia comprueba inexorablemente que todo socialista exitoso solo camufló temporalmente su propia envidia y su propia ambición por riqueza, lujos y poder.
SI VIS PACEM PARABELLUM. La historia de la humanidad demuestra hasta el cansancio que no basta construir y ser solidario. Siempre hubo y habrá personas y gobiernos dispuestos a hacer lo impensable para apropiarse de lo que otro construya, del fruto del trabajo constante, inteligente y honesto de una persona, una comunidad, o un país. Quienes en el pasado olvidaron esa lección perdieron todo, condenando a su descendencia a la pobreza.
Ante el avance compulsivo del totalitarismo socialista, tanto el Perú como toda la región requiere ajustes conceptuales para recuperar el rumbo del progreso. El progreso, como la navegación marina, precisa de frecuentes ajustes de timón, sin perder de vista el norte, así enfrentemos niebla y turbulencia artificialmente causadas.
Es menester que las élites intelectuales, económicas, empresariales, políticas, judiciales y castrenses entiendan que llegó la hora de sacudirse del mensaje engañoso, que seis décadas de subversión ideológica socialista en el clero, el magisterio y la academia produjeron confusión en varias generaciones, con el objetivo de trastocar la historia, debilitar valores e instituciones, restar claridad al sentido de justicia y distraer para avasallar la libertad.
El objetivo de esa subversión ideológica, claro hoy para todo analista político riguroso, es facilitar la expansión del imperialismo totalitario estatista oriental, cuyo embate sufrimos hoy a traves de los aliados, proxys y operadores de China, Rusia e Irán, tres potencias herederas de viejos imperios que comparten desde siempre el desprecio por la vida humana y por la libertad además de un totalitarismo cultural atávico fundamentado siempre en el miedo al soberano, a los que la aprobación les vale madre.
Esas potencias aliadas impulsan el cascarón conocido como Foro de Sao Paulo, sin dudar en financiar sus esfuerzos en cuanta forma de crimen organizado encuentran a la mano (o crean) para conseguir sus objetivos.
El mal llamado capitalismo de Estado Chino no es tal. Es solo una etapa que necesitaron para relanzar su ambición imperial, todo directivo de empresa China responde al PCC. Menospreciar a Rusia por su debilidad económica o por el tamaño comparativo de su ejército tradicional es un serio error de omisión. La guerra también evolucionó y en materia de desinformación, narrativa y guerra asimétrica llevan la delantera. Minimizar la capacidad profesional iraní para exportar subversión ybalcanización o continuar creyendo que están muy lejos en el mapamundi, descartándolos como amenaza solo porque no llegamos entender su naturaleza vienecostando muy caro, basta mirar el altiplano.
Algunos empresarios siguen cayendo víctimas del engañoso beneficio en el corto plazo, de la estabilidad y la gobernabilidad esperando reeditar el éxito de los tradicionales pactos con el gobierno de turno, tan comunes en occidente. Ellos debieran mirar que sucedió tras los primeros años de la bonanza artificial de Hugo Chávez y lo que está sucediendo en Bolivia, donde la economía que nutre la empresa privada se tambalea adrede, tras años engatuzando a muchos con prebendas.
No entienden esos empresarios y políticos que creen poder pactar y seguir ganando o por lo menos estar a flote. Solo están engordando el mounstro que más temprano que tarde acabará por devorarlos una vez que haya crecido y se haya fortalecido lo suficiente para eliminar toda posibilidad de resistencia, haciendo imposible derrotarlo pacificamente; ocasionará inexorables éxodos como el de Venezuela para repetir el minado sistemático mediante la infiltración de su objetivo máximo, los Estados Unidos.
Ojos bien abiertos. Análisis para entender sin pasiones, valentía para decidir, honestidad y patriotismo para no perder la brújula y resistencia para la larga batalla por delante. Difícil combinación, pero posible solo si hay voluntad sostenible y aprendizaje de la ventaja de mirar los plazos como los mira el enemigo. Hacen falta corazón, cerebro y cojones.