El 12 de agosto del 2022, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) publicó un informe técnico para informar a la población y alertar a las autoridades gubernamentales respecto a las medidas preventivas que debían ejecutar. Esto debido a que crecían las probabilidades de que en el norte del país iban a haber lluvias por encima de sus condiciones normales, sobre todo en el verano: entre enero y marzo del 2023.
Este material se publicó mientras Pedro Castillo era presidente y Modesto Montoya, ministro del Ambiente. Este último fue reemplazado en el cargo por Wilbert Rozas, quien recientemente confirmó que conocía sobre estas advertencias. Esto se daba en medio de las acusaciones de la Fiscalía contra Castillo por el caso Petroperú. Además su sobrina, Yenifer Paredes, ya había sido detenido. Evidentemente, Castillo priorizó sus temas “personales” antes que estas alertas.
Se sabe que el ciclón Yaku —que ha dejado un lamentable registro de 50 personas fallecidas, 12 mil damnificados y aproximadamente más de mil viviendas afectadas— es independiente del Niño costero. Según los avisos de especialistas, este último está por llegar y podría ser igual o más catastrófico para muchas regiones de nuestro país.
El Niño del 2017 dejó 143 fallecidos y más de 200 mil afectados. Sin ánimos de comparar ante la dolencia de ambos fenómenos climáticos, pero siendo totalmente realistas, el Perú no tiene la capacidad para enfrentar estos desastres naturales.
Parece que el monstruo climático, que cada año cobra vidas y pérdidas materiales, sigue alimentándose gracias a la corrupción, al desentendimiento y poco accionar de las autoridades y la nula comunicación que se tiene con la población afectada. Sin un reordenamiento urbanístico y la prevención necesaria, este mal seguirá afectándonos cada año y seguiremos siendo testigos de cómo el agua se lleva la esperanza de miles de peruanos.