OpiniónMartes, 21 de marzo de 2023
El cortoplacismo de la derecha dinista, por Santiago Carranza-Vélez
La derecha al 2026
Santiago Carranza-Vélez
Director Periodístico de El Reporte

“A mi no me gusta la tibieza, pero la situación para ella debe ser bien difícil”, comentó la congresista fujimorista Martha Moyano en un programa periodístico al preguntársele sobre su aprobación a la presidente Dina Boluarte. “La acusan de su lado de traidora y de este lado también. Estar en sus zapatos no me gustaría”, complementó. “Lo que pasa es que tenemos que juzgar a la presidenta en el fondo de comprender que hemos estado en el fondo de la cloaca”, continuó otro invitado al programa, el congresista Alejandro Cavero, de Avanza País. “Hemos estado en una situación tan desastrosa que lo que tenemos ahora es medianamente aceptable”, añadió. “En el fondo nuestra responsabilidad es darle estabilidad al país”, decretó Cavero. Por su parte, Otto Guibovich, ex congresista y ex comandante general del Ejército, quien estaba sentado junto a Moyano y Cavero, dijo sobre Dina Boluarte: “Hay que apoyarla”.

Hace 4 meses estas declaraciones hubiesen sido improbables. La derecha, como se venía manifestando, ¿Apoyando, así sea con medias tintas, un gobierno de Dina Boluarte? La coyuntura ha hecho su parte. Nadie duda que enfrentar una insurrección violenta organizada por las huestes filoterroristas sea una situación difícil, ni tampoco ahora gestionar, con el Estado como está, un desastre natural como el ciclón Yaku o el venidero Niño costero. Está demás decir que son situaciones, incluso, insufribles de gestionar. Pero esa es responsabilidad del gobierno, responsabilidad que no están cumpliendo con excelencia, por decir lo menos.

La pregunta que cae de madura es, ¿Qué ha hecho Dina Boluarte para merecer tamaño respeto y ponderación de sus otrora rivales ideológicos? ¿Ha gestionado con acierto el terrorismo, la ofensiva internacional, ha nombrado a los mejores técnicos, ha retirado a todos los castillistas, ha anunciado reformas económicas que dinamicen el mercado, reformas del Estado? Por supuesto que no, solo es menos peor que Pedro Castillo, ¿Es eso suficiente para dejar el rol opositor, para apoyar a una rival ideológica, para renunciar al discurso que estaba, a duras penas, revitalizando a la derecha nacional? Considero que no y que esta actitud taimada, este cambio de postura, podría traer consecuencias tremendamente negativas.

La razones detrás de este acomodo “dinista”, consideramos, son dos principalmente. La primera es, como dijo Boluarte en su discurso de asunción, llegar al 2026. Es decir, la permanencia en el cargo para muchos políticos vale más que la postura que representan. La segunda es el temor a la izquierda violenta e internacional que azota al país. Bajo esta lectura, Dina es el dique de contención, el mal menor. Su renuncia, o el desmoronamiento de su gobierno, significarían una victoria de la izquierda, algo inaceptable.

Y ambas razones tienen algo de sustento. En cuanto a la primera, no hay ninguna razón legal ni constitucional para adelantar el mandato. Dina cuenta con la legitimidad de origen que le brinda su elección como vicepresidente. La segunda es que a pesar de ser de izquierda y para permanecer en el cargo, pareciera que Dina ha dejado atrás a sus amigos y aliados castillistas, y ha querido parar a duras penas los planes golpistas. Aún así, desde esta columna postulamos firmemente que estas reflexiones de la derecha “dinista” pueden traer consecuencias terribles en el mediano y largo plazo.

La principal consecuencia es que se vuelve a dilucidar un claro establishment entre un gobierno con poca aprobación y un Congreso con menor aún. Además un establishment que no tiene capacidad de gestión y con una serie de derrotas por goleada en la campaña por la comunicación (51% de la ciudadanía cree que el golpe lo dio el Congreso). Este establishment convaleciente intenta llegar al 2026 con un 90% de desaprobación y con un 90% de personas que quieren adelantar las elecciones. El gobierno y el Congreso serán muertos vivientes por 3 años al menos, ¿Eso traerá réditos electorales a la derecha?, ¿o, al contrario, fomentará que a este establishment se le enfrente un antiestablisment, un antisistema cada día más peligroso? Lo que hacen los políticos es procrastinar el descontento social hasta el 2026 y , en esa elección, el aluvión podría caer más fuerte que nunca. Lo que están incubando, luego de años de crisis política, sanitaria y una creciente crisis económica podría ser impensable…

Si seguimos por el mismo lindero, ¿De verdad creen que una derecha acomodada a Dina Boluarte tiene probabilidades electorales? , ¿De verdad la derecha que combatió a Castillo ahora se va a tragar el desprestigio de Boluarte? Desde aquí traemos la noticia de que hay vida después del 2026, o al menos eso esperamos.