OpiniónMiércoles, 22 de marzo de 2023
Dolor institucional e impunidad, por José Luis Gil
José Luis Gil
Analista político y ex GEIN

El manoseo a la Policía Nacional es histórico. La derecha, la izquierda, los de centro o progres o caviares, son quienes han radicalizado esta manipulación poniéndola a merced de la incompetencia. Es decir, los zarpazos que le dieron a la cabeza de la PNP en los últimos 20 años, despidiendo decenas de generales sin una verdadera evaluación y con solo la visión torcida de algunos políticos, ha forzado a que generales con mayor peso, antiguos, sean defenestrados de la institución casi “al destajo”. Esto, como es evidente, dejando a la policía sin una cabeza fría, experimentada, serena y reflexiva. Lo que han hecho es alentar a las nuevas generaciones para que pugnen por entrar en el “generalato” de cualquier manera. Más aún, si las puertas de la corrupción se abren de par en par.

Hemos visto cómo en el peor gobierno de la historia, el de Pedro Castillo, el desprecio por la democracia y por la institucionalidad logró minar las instituciones, a las cuales infiltró burdamente, inoculó el odio, el resentimiento, pero también la ambición. Varios casos hoy nos muestra la Fiscalía Especializada, de coroneles PNP que pagaron miles de dólares para abrazar los galones de general. La dignidad, en este caso, no cuenta para ellos. Y, lo peor, esta ambición se convirtióen un “antivalor” que se disemina en las demás generaciones, quienes desde jóvenes empiezan a “ahorrar” para cuando les toque el turno. No ahorran su dinero, claro está.

“Si hacemos lo mismo, tendremos los mismos resultados; si hacemos las cosas diferentes, tendremos resultados diferentes”, reza un dicho popular. Por eso, creo que se debe atacar la impunidad, la activa y la pasiva. Es decir, a quienes “hicieron dinero” sin ningún sustento (pasivo) o quienes lo vienen haciendo en actividad (activos). Los fenómenos criminales avanzan por el nivel de impunidad que todo el sistema le facilita al delincuente, ya sea este alto funcionario o los de menor rango. Atacar la impunidad significa empezar a buscar a todos los altos funcionarios policiales con signos exteriores de riqueza, seleccionarlos aleatoriamente y definir de dónde vienen los recursos que le permiten vida de lujos que no se reflejan en sus ingresos. Esa sería una primera medida. Desalentaría a las generaciones venideras a dedicarse a la ratería y a “guardar pan para mayo”. Eso toca hacer.

Respecto al ex Comandante General PNP Raúl Alfaro Alvarado, a quien avalé en mis redes sociales, artículos y en presentaciones en diversos medios de prensa por el hecho de ser su amigo, hemos visto lamentablemente evidencia sorprendente y que espero él pueda llegar a aclarar. Juzgarlo no me corresponde, ese alto encargo se lo dejo al Poder Judicial y a Dios. Como amigo de Raúl Alfaro, me corresponde pedir explicaciones en privado y apoyarlo como persona, más nada.

La limpieza institucional empezará el día que rompamos las cadenas de crimen con la impunidad de manera constante y sostenida. En esa carrera está el coronel Harvey Colchado, a quien le ha tocado duros momentos y tomar decisiones complejas y poco convencionales. Es parte del trabajo, y solo me queda alentar a que continúe, por el bien del país. ¡Sí se puede!

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