OpiniónJueves, 23 de marzo de 2023
¿Quién dio el golpe?, por Pancho de Piérola

Fue Pedro Castillo. Ahí termina el artículo. O al menos así debería ser, pero lamentablemente hay un grupo no tan pequeño de la población que considera que el exmandatario es inocente. ¡Qué ganas tienen de endiosarlo! El rol de víctima que asumió desde la campaña está pagando frutos.

Como si no fuera evidente la participación de Castillo en el golpe, teniendo en cuenta que toda la población lo vio en el video, donde ridículamente pretendía cerrar el Congreso sin siquiera un apoyo militar de Risk, esta mañana la casa del expremier Aníbal Torres ha sido allanada para buscar pruebas que puedan ayudar a la Fiscalía a entender quiénes fueron los autores del golpe de estado de aquel infame 7 de diciembre. Fue Castillo. No hay que ser Sherlock Holmes para probarlo.

Ahora ha surgido una nueva teoría sobre el autogolpe. Una de risible equivalencia que las babosadas inventadas por congresistas de Perú Libre, como que Castillo había sido drogado y por eso estaba nervioso, o que había sido obligado por los malditos fujimoristas. Es que Keiko Fujimori ha estado gobernando el país desde hace 20 años, ¿no? Esa es la narrativa que se trata de expandir.

La nueva teoría, que ha sido usada por el abogado de Castillo, es que el documento fue escrito por el pueblo. El chotano se convierte entonces en un superhumano capaz de recibir las voluntades populares y de proyectarlas, y de esta manera se lava las manos.

Es evidente que Pedro Castillo no escribió el discurso porque no había errores básicos gramaticales, muy propios del precario castellano que maneja el exmandatario. Pero eso no lo exime de responsabilidad. No es analfabeto, como a veces bromeamos de forma hiperbólica, él sabía el contenido del mensaje y eso lo hace enteramente culpable.

El nuevo abogado de Castillo Terrones es blanco y argentino. ¿Acaso Raúl Noblecilla y Tito Wanka no están a la altura? Es el racismo sistemático del sistema heteropatriarcal capitalista opresor el que ha obligado al pobre profesor a contratar a un letrado de susodichas características.

Y este nuevo personaje de nombre Guido Leonardo Croxatto asegura también que nunca hubo un golpe sino un discurso. El golpe no se perpetró porque las fuerzas del orden y el Congreso actuaron ágilmente para impedirlo, pero eso no elimina la conspiración y la rebelión detrás. ¿O debíamos dejar que el golpe fuera exitoso para después apresarlo?

Esperemos, entonces, que en la casa de Torres se encuentre alguna prueba donde ambos actores del golpe, de manera ridícula, propia a su estilo, evidencien lo irrefutable.

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