OpiniónDomingo, 26 de marzo de 2023
Seguirá lloviendo…, por Arturo Delgado Vizcarra
Arturo Delgado Vizcarra
Asociado del CIPP

Una de las pocas cosas positivas que nos trajo el ciclón Yaku es que amainó los afanes vandálicos de los grupos que quieren destruir nuestro país.

Pero, ¿ese cese es real? ¿los problemas se habrán solucionado? Claramente no. Brindamos a continuación diez razones que así lo indican:

Primero, porque hay que reconocer que cuando el clima o la naturaleza salvan al país de un caos mayor, se trata de un hecho fortuito, nadie lo causó. Es un arma tradicional en política encontrar a un enemigo común y responsabilizarlo de todas nuestras desgracias ocultando malas gestiones propias y peores resultados, hace 3 años fue el COVID, este verano se llamó Yaku.

La sagacidad política crea enemigos comunes, la capacidad escasa los recibe de lo fortuito.

Segundo, porque la organización estatal ha demostrado una enorme debilidad frente a un enemigo con sólidas capacidades logísticas. Se afirmó que la autoridad política no había autorizado el uso de armas letales en la represión, cierto o falso, lo que se vio en cada uno de los videos de bloqueos de carreteras, capturas de aeropuertos o destrozos a la propiedad pública es que el número de pobladores era largamente superior al de las fuerzas de la ley. No debió ser así, las causas de nuestras debilidades en orden y defensa merecen largos debates y su solución debe darse pronto porque tenemos al país en riesgo.

No hemos apreciado, en estos últimos días, capturas o denuncias a los dirigentes de las acciones vandálicas.

Tercero, duele afirmar que los hechos nos demuestran que la inteligencia de los vándalos supera a la estatal y oficial. Varias tomas “sorpresivas” de puntos críticos o emblemáticos de la capital o acciones coordinadas en varios puntos del país nos dan cuenta que se encuentran bien articulados y coordinados.

Cuarto, porque en el campo ideológico siguen fuertes y activos, basta ver las campañas constantes contra la PNP a través de ONG que afirman ser defensoras de derechos humanos. El pedido de nueva constitución sigue activo, quizás el de nuevas elecciones generales ha rebajado algunos puntos porque la preocupación estuvo en la inundación o el huayco.

La empresa se ha movilizado en la atención de la emergencia, ha desplegado varias organizaciones y ayudas importantes, sin embargo, no lo ha sido cuando se trata de ocupación población en quebradas, cuando deja de exigir planificación urbana, cuando, sabiendo que la densificación es vital en nuestras ciudades sigue invirtiendo en nuevas tierras. Ha sido limitada en sus acciones de responsabilidad social y mejoramiento en sus zonas de influencia, afirmación que se demuestra con los ataques a centros mineros, si la población estuviera convencida de las bondades de la inversión minera no hubiera permitido tales ataques.

Quinto, porque la pobreza, el desempleo y la informalidad que son base para convencer a las personas para participar en protestas siguen siendo variables inamovibles. Datos del INEI nos muestran, por ejemplo, que el menor crecimiento de empleo en los últimos años ha ocurrido en la sierra sur del Perú.

Sexto, porque la minería ilegal, el narcotráfico, la tala ilegal y otros delitos que financian la actividad política de las protestas siguen vigentes y sólidos.

Sétimo, porque la alianza internacional por el socialismo no se ha roto. El tema de la economía boliviana puede ser un golpe ideológico, pero también puede configurar una oportunidad para profundizar la acción de la política boliviana en el sur del Perú.

Octavo, porque los gobernadores regionales y los alcaldes provinciales, salvo contadas excepciones, han demostrado nula voluntad de colaborar con el orden y desarrollo nacional.

Noveno, porque el Congreso de la República sigue con los mismos afanes de configurarse en impopulares e ilegítimos con decisiones extrañas.

Y, décimo, porque es muy complicado para el Poder Ejecutivo implementar políticas públicas en medio del caos, cuestión que limita la efectividad. Un elemento central de cualquier gobierno estable es la legitimidad y esta se consigue logrando que la población confíe; el pueblo confiará cuando los resultados sean tangibles.

El tema de la economía boliviana puede ser un golpe ideológico, pero también puede configurar una oportunidad para profundizar la acción de la política boliviana en el sur del Perú.

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