En los últimos años, muchos están comprendiendo que el debate político es importante, sobre todo a raíz de la pandemia, donde se mitigó las neutralidades y logró aflorar las convicciones políticas (incluso las erradas).
También resurgió, con mayor ímpetu, el conflicto de derechas e izquierdas. De hecho, muchos gobiernos tomaron decisiones de izquierda que terminaron por golpear las libertades individuales y enfrascar al país, en nombre de la lucha anti covid, en hambre y pobreza.
Es así que, en el continente americano, se comienza a forjar la idea de un nuevo movimiento de derecha que, en teoría, ha reflexionado y considerado las falencias de la derecha a nivel histórico, así se pueda generar un nuevo impulso y lograr hacer un frente real ante la izquierda totalitaria.
¿Se está logrando? No, dado que esa iniciativa se está quedando, otra vez, en un mero espectro académico (en el mejor de los casos) o en un grupito con ansias de ser los protagonistas (en el peor). Así, terminamos haciendo un paripé y dejando mayor espacio para que el sinsentido utópico de izquierdas siga ganando terreno. No en vano, algunos congresistas supuestamente de derecha, siguen dándose premios entre ellos o premiando a supuestos líderes políticos y activistas que nadie conoce y que, en muchos de los casos, han ejercido poco aporte a nivel social, intelectual y cultural.
No obstante, muchos se están convenciendo de que la izquierda no es una opción y esto no es porque consideren a la derecha una mejor opción, sino por el papel inefable que han hecho en países como Venezuela o Argentina, además de lo vivido en el Perú. En el balance moral, la derecha todavía no tiene el prestigio y la confianza de la gente que debería tener, sigue siendo el mal menor del que no podemos escapar.
Como reflexión dejo esto: en vez de combatir la democracia, se debe aprovechar los recursos que da, el poder de los ciudadanos a elegir y ser elegidos. En forjar comunidad, no grupos que se aplauden entre sí. En apoyar nuevos proyectos culturales, música, teatro, cine, etc. En mantener siempre un debate alturado que nos ayude a mejorar y a crear lazos con el prójimo.
La verdad se puede sustentar, hagámoslo.