En otra decisión nefasta, el Congreso ha aprobado con 78 votos –incluidos los que se dicen demócratas- un proyecto de ley presentado por Américo Gonza de Perú Libre para dar más atribuciones a los serenazgos. El Gobierno debería observarlo y el Congreso rectificar y archivarlo.
Según ese proyecto se busca proveer a los serenazgos con armas no letales, que incluyen, según El Comercio (31/3/23) y Correo (1/4/23), escopetas de perdigones de goma, aunque la parlamentaria Patricia Juárez señala que éstas últimas no están consideradas. Esas escopetas sirven para el control de multitudes agresivas, pero no para enfrentar a ladrones de celulares o asaltantes.
En cualquier caso es una pésima idea avanzar en el camino de convertir a los serenazgos en una suerte de policías distritales, provinciales y departamentales, como existe en países de estructura política federal (EE.UU., México). En el Perú existen casi dos mil circunscripciones que podrían tener esos cuerpos policiales y el resultado sería igual o peor al de México, donde esas organizaciones acabaron siendo controladas por el narcotráfico y todo tipo de delincuentes.
De hecho, inmediatamente, el teniente alcalde de Lima, Renzo Reggiardo, ya lanzó la idea de convertir a los serenazgos en policías municipales, concepto que ha venido apareciendo cada cierto tiempo, pero que ahora ha recibido un impulso muy importante con la aprobación de esa ley en el Congreso.
Dice Reggiardo: “Para mí, se debería dar paso a la policía municipal que usan (sic) armas letales” (Correo, 1/4/23). Y agrega, absurdamente: “con la adecuada preparación y capacitación de tres y cuatro años”.
¿Cuántos municipios pueden sostener una capacitación de serenos durante tres o cuatro años? ¿Acaso los serenos harán una carrera de cuarenta años como un policía o militar? ¿Con que presupuesto se sostendrá eso? ¿Los municipios con alcaldes que cambian cada cuatro años y no pueden ser reelegidos mantendrán una política continua de seguridad?
Lo más extravagante de todo esto es que quienes apoyan esta catastrófica idea están pensando en serenazgos como los de San Isidro, Miraflores o Lima, que tienen recursos y funcionan relativamente bien. Ni se les ocurre pensar los que ocurriría en la inmensa mayoría de circunscripciones. ¿Qué creen que pasaría en el Vraem, por ejemplo? No hay que ser adivino para saber qué sucedería algo similar a lo de México, donde el narcotráfico controlaría esos cuerpos policiales que eventualmente se enfrentarían a la PNP. ¿Y en Puno en la próxima asonada? ¿Para qué creen que servirían cuerpos policiales armados a órdenes de los alcaldes que financiaron y apoyaron las recientes algaradas?
Lo único positivo que ha dicho Reggiardo es que propondrá al Ejecutivo observar la ley.
Dicho sea de paso, el Ministerio del Interior, que sería el principal afectado por esa desastrosa norma, está mudo. Como suele ocurrir, lo único que les interesa es permanecer en el cargo el mayor tiempo posible y flotar como corchos en medio de la tormenta.
La demanda de mayores atribuciones a los serenazgos es popular, como consecuencia del aumento de la inseguridad debido a la ineptitud y corrupción de los últimos gobierno. Pero en lugar de buscar alternativas populistas que van a empeorar sustancialmente la situación, los congresistas deberían de preocuparse en mejorar las condiciones de la PNP. Y si no pueden hacerlo, mejor quédense tranquilos y no hagan nada. Por lo menos, no agraven los problemas.