“Son pocos los recursos que tienen los congresistas. Ya quisiera un parlamentario tener el sueldo de un ministro o viceministro, o poder viajar en avión cuando le plazca en lugar del transporte terrestre” exclamaba Nano Guerra García durante el velorio de Fernando Herrera, excongresista de Perú Libre, en octubre de 2021. A pesar de las críticas periodísticas y las sentencias por parte de la opinión pública, no pasaron muchos meses para que otros congresistas —de diversas bancadas y pensamientos políticos distantes—, decidieran acompañar a Guerra García en su inoportuna queja, desconectada de la realidad nacional. Tal fue el caso de Alejandro Soto (APP), María Agüero (PL) y Nieves Limachi (CD-JPP), quienes acudieron a la prensa para manifestar su inconformidad con los sueldos, ya que los más de S/. 360 mil que reciben anualmente por fungir como padres de la patria, “no les alcanza”. Dentro de nuestro inestable parlamento, hay una bancada en particular que ha logrado sobresalir por su voracidad económica: Alianza para el Progreso (APP).
El grupo parlamentario que dirige César Acuña se ha mantenido bajo el escrutinio de la prensa gracias a sus constantes controversias, y ha sido catalogado por varios medios como “la peor bancada”. Entre los escándalos que han surgido, hemos visto desde acusados por violación (Caso Freddy Díaz), hasta aparentes ‘Niños’ que blindaban a los ministros del golpista Pedro Castillo (Caso Luis Picón y Hernán Condori). Sin embargo, el escándalo que ha causado revuelo en los últimos días ha sido el relacionado a las tres congresistas ‘Mocha Sueldos’. Las protagonistas esta vez son Magaly Ruiz, Heidy Juárez y Rosio Torres, denunciadas por haberle recortado el sueldo a sus trabajadores para depositárselo a terceros (familiares o allegados).
El 6 de marzo, Carlos Marina Puscan, auxiliar de la Comisión de Protección a la Infancia, denunció a Magaly Ruiz (APP) por haberse apropiado de su sueldo. Entre sus declaraciones, el extrabajador del Congreso señaló que el asesor de la congresista era quién se encargaba de cobrar los cupos. No pasó ni una semana para que le llegara una denuncia a Heidy Juárez —hoy congresista de Podemos—, esta vez venia de parte de cuatro de sus extrabajadores, quienes la acusaban por los mismos recortes. El domingo pasado, el programa Punto Final reveló una última denuncia para otra parlamentaria de APP: Rosio Torres Salinas. Esta vez, el equipo de investigación de Latina dio con las rutas de los cobros que se les hizo a cinco trabajadores del despacho, que iban directamente a las cuentas del sobrino de la congresista, Juan Daniel Pérez Guerra.
Los pasados martes 4 y miércoles 5 de abril, tanto el partido como la fiscalía tomaron cartas en el asunto. Acuña removió a Ruiz y Torres de la Comisión de Ética —grupo de trabajo que a este punto parece prescindir de cualquier tipo de moralidad, donde 12 de los 17 integrantes presentan denuncias y graves cuestionamientos—. Por su parte, el Ministerio Público ha abierto investigaciones contra las parlamentarias y en el caso de Rosio Torres hasta se han realizado diligencias dentro del Congreso a fin de recabar información.
Las ‘Cobra Peajes de APP’ son parte de una realidad a la que no podemos ser ajenos. La insatisfacción por el sueldo es un burdo pretexto que sirve como cortina para ocultar el deseo de robar. Quizás suene muy cliché, pero la situación que se vive en las más altas esferas del poder denota la falta de educación en valores que existe en el país. Somos parte de una sociedad que, con el pasar de los años, normaliza a los corruptos y trata de ingenuos a los honestos. Es difícil reflexionar en torno a un Congreso en el que existen ‘Niños’ en Acción Popular, ‘Topos’ en Fuerza Popular, violadores y cobradores de peajes en APP, golpistas en la izquierda, bancadas cascarón y un número exorbitante de No Agrupados (N/A) producto de transfuguismo, escándalos, denuncias y apetitos personalísimos. El problema nos lleva a la eterna pregunta sobre quienes votaron por ellos y la dura respuesta es nosotros. La solución es aprender a votar por nuestros representantes, para no pedir botar a nuestros representantes.