Las lluvias y las protestas en el sur han empeorado las perspectivas económicas y el BCR ha tenido que reajustar sus expectativas. Según su último informe, este año la economía peruana ya no crecerá un 2,9%, sino un 2,6%. En la misma línea, el BCR ha corregido a la baja sus proyecciones para la inversión privada al 2023 —que caerá 0,5%— e incluso para las exportaciones, que han pasado de un crecimiento proyectado de 6,4% a 2,9%.
Es lamentable que nuestras exportaciones no experimenten mayores tasas de crecimiento, a pesar de que el precio de nuestro principal producto de exportación ha aumentado un 25% desde julio del año pasado y se espera que se mantenga en torno a los 4 dólares por libra durante todo el año. Incluso se espera que el cobre alcance su nivel más alto de la historia el próximo año, pero la economía peruana sólo crecerá un 2,9%.
Además del menor crecimiento de las exportaciones, también se espera que las importaciones crezcan menos, pasando de un 4,6% previsto a sólo un 1,9% en 2023. Dado que esta última corrección es más fuerte que la de las exportaciones, es normal que la balanza comercial se vea influenciada positivamente. Sin embargo, nadie debería alegrarse por una balanza comercial creciente debido a un debilitamiento de las importaciones. La atención debe centrarse en las exportaciones.
En ese sentido, la mejora de la relación de intercambio y la entrada de Quellaveco -que ya opera desde septiembre del año pasado- son buenas noticias para la balanza comercial. Así, a menos que el sur vuelva a entrar en estado de demencia -por sus marchas, en enero las exportaciones cayeron 14% interanual-, las exportaciones peruanas deberían acercarse este año a los US$ 70,000 millones con un superávit de US$ 13,800 millones, más de 10 veces el superávit de la superpotencia Bolivia.
Esperemos que estas cifras no se revisen a la baja, o al menos no demasiado, en lo que resta del año y que lentamente volvamos a la senda del crecimiento. El potencial de Perú es mucho mayor de lo que vemos, y no me refiero sólo a la minería. El gobierno debe ser activo en el impulso de otros sectores, como el forestal, la acuicultura y la exportación de servicios, si realmente quiere reactivar el país. Con las tasas de crecimiento actuales, no vamos a ninguna parte.