OpiniónJueves, 13 de abril de 2023
"Ya tiene burro, Julián", por Eduardo Vega Marisca

El último martes 11 de de abril se llevó a cabo una de las incautaciones de bienes más grandes generadas por un caso de lavado de activos, donde curiosamente el personaje principal no es nada menos que Joaquín Ramírez. Así, y tras un largo periodo al que le faltaba un punto sobre el cual poner a girar los titulares de prensa, apareció un evento magnífico, uno en el que participaron los agentes de la Fiscalía y el Ministerio de Justicia en una maniobra donde en principio NO debería haber mayor participación de elementos políticos.

Sin embargo, como hay que sacar los focos de las inundaciones y la evidente falta de ejecución de las obras de alcantarillado en las regiones del norte; de pronto “convenientemente” se ha procedido con una intervención a gran escala sobre el patrimonio del actual alcalde de Cajamarca, otrora una región en manos de la izquierda.

En efecto, en medio de una sequía de escándalos políticos de los cuales colgarse para generar titulares sin recaer en el tedio repetitivo de las campañas contra el Congreso, la satirización de la gestión municipal de López Aliaga, o la fabulosa vida acomodada de Sigrid, se produjo una diligencia judicial extremadamente mediática, en donde se incautaron los bienes y empresas vinculadas al “dueño” de la universidad donde la fiscal de la Nación, Liz Patricia Benavides, obtuvo sus posgrados; obteniéndose así un escándalo mediático/político/judicial, sobre la base de un refrito con “nuevas” pruebas y viejos actores que han caído como anillo al dedo a los intereses de la Caviarpolitik, como para que olvidemos las demoras en el trámite de repatriación de Toledo y los demás escándalos que merodeaban sus posibles declaraciones.

Y por si había duda respecto de la necesidad de enarbolar aquel evento magnánimo para dicha parte de nuestro espectro político, en la mañana del miércoles, RMP ya se apuraba en exigir a los demás medios de comunicación para que la referida diligencia fiscal se convierta en la portada incuestionable de la prensa nacional. Si al menos hubiera sido cautelosa sobre la necesidad de enfocar la discusión en ese evento, quizá hubiera permitido un poco más de validación por la población.

No creo ni por un segundo que Joaquín Ramírez sea ninguna santa paloma ni mucho menos. Basta con recordar cómo ganó las elecciones de Cajamarca sin estar entonces habilitado como candidato como para empezar a sorprenderse. Sin embargo, ese último evento no es el que llama la atención porque lo que tiene que resaltar es el sobredimensionamiento de las acciones del Ministerio Público para el caso de lavado de activos; más aún cuando viene auspiciada con bombos y platillos por parte de un Ejecutivo, al cual no le viene nada mal tremendo show, cuando el Fenómeno del Niño no ha hecho sino desnudar aún más la incapacidad del remendado gobierno de Dina Boluarte y los correspondientes pasivos dejados por los gobernantes anteriores.

Sinceramente, de lo que se dijo sobre la incautación de los bienes de Ramirez y “su universidad”, además de la tremenda valoración de su patrimonio, no dejó de llamarme la atención algunos de los argumentos del abogado del incautado, respecto de la validez del acto recientemente televisado. Al ser dichas falencias medianamente elementales, exponen al Ministerio Público seriamente, puesto que de ser ciertas podrían traerse abajo todo el impacto del “megaoperativo”. Pero claro, como ello dará oportunidad para otro titular negativo para el incautado, se continúa en el escándalo sin que llame la atención la posibilidad de un nuevo episodio de instrumentalización política de la justicia.

Así, observada la extrema atención y el redireccionamiento de los focos mediáticos que se solicita para una detención por lavado de activos como la de Joaquín Ramirez, o la reciente Condena - Detención de Daniel Urresti por el caso Bustíos, se me vino a la mente una frase que repetía mi abuelo para referirse a quien luego de no tener mayor ocupación, encontraba un nuevo evento en el cual focalizar toda su atención por puro entretenimiento, y decía: “¡Ya tiene burro, Julián!”, pero mucho ojo, porque aquí parece que se han encontrado una recua y nos pueden soltar los burros de uno en uno.

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