El expresidente Alejandro Toledo siempre ha sido un personaje histriónico. Podríamos darle el título de precursor de los memes aun cuando las redes sociales eran una lejana realidad. A Toledo se le acabó el chiste.
El ex mandatario que se vendió a sí mismo como un “error estadístico”, resultó siendo más bien la confirmación que el origen o los rasgos étnicos no convierten a las personas en seres inmunes a la corrupción.
Toledo coimeó con la misma facilidad con que se tomaba un whisky etiqueta azul, y le reclamó a Jorge Barata de Odebrecht con la misma intensidad con que llamaba a “Galleta” para que anime sus juergas.
Pero las innumerables anécdotas de Toledo no deben distraernos de lo que es el fondo del asunto. Es el funcionario público de cuya corrupción existen probadas y sustentadas evidencias. La coima de 30 millones de dólares por la Carretera Interoceánica es solo una muestra.
El hombre de Cabana no solo tiene suerte, sino también cómplices que ruegan a todos los santos para que su ex amigo no vuelva. Se muestran circunspectos ante la prensa asintiendo que Toledo debe ponerse a derecho, pero los imagino haciendo “contra” con los dedos. Otros prefieren el silencio y los más optimistas sueñan con la prescripción.
Toledo no se apellida Fujimori ni García. Es más bien collera de los Humalas, Vizcarras y Villaranes. De otro modo no se explica cómo los mismos que se quedan afónicos señalando a los Fujimori y que hicieron escarnio de García, se convierten en mansas palomas cuando del “sano y sagrado” se trata.
Convivieron felices con Toledo, digamos que fue su salto al estrellato, su trampolín a la fama. Por eso no extraña su silencio disfrazado de falsa lealtad.
Toledo sigue haciendo malabares para rehuir a la extradición, pero este viernes 21 de abril se le vence el plazo, aunque no dudamos que viene tramando una nueva triquiñuela para evadir la justicia.
Hay quienes incluso se atreven a apostar, ¿Viene o no viene Toledo? Los más pesimistas alegan que hay demasiados intereses en juego, lo otros prefieren creer en la justicia.
Lo cierto es que su ex edecán, el hoy ministro del Interior Vicente Romero, deberá organizar toda la seguridad para el recibimiento de quien fuera su jefe.
Quienes creemos en la justicia y la democracia tenemos la secreta esperanza de que Toledo venga a pagar sus culpas.