El desborde migratorio en el Perú viene siendo alentado por las Fuerzas del Orden chilenas. Una investigación de un medio local en la frontera con Chile exhibió esta comprometedora acción que podría acarrear una crisis internacional. De acuerdo a los videos compartidos, los militares y policías fronterizos del país vecino le dan indicaciones a los extranjeros indocumentados para que puedan llegar al Perú sin ningún problema. Pese a saber los estragos que ocasiona el ingreso deliberado de inmigrantes ilegales —como la delincuencia, la informalidad y más—, estos elementos dan luces de las zonas grises en el control de estos perímetros para volver a nuestro país en un punto de fácil acceso. Incluso tienen como botón el panorama de su propia nación, donde el presidente Gabriel Boric endureció las medidas para poder menguar estas irregularidades limítrofes que son parte del éxodo provocado por el dictador venezolano Nicolas Maduro.
“¿Ven esas luces que están allá, esa luz grande que se ve allá? ¿Esa luz que está allá? Ya, eso es Tacna. Esa luz grande que se va allá. Allá mira... donde alumbra mi linterna... Esa es una ciudad”, le dice uno de los militares a un grupo de ciudadanos venezolanos que tratan de ingresar al Perú de forma desapercibida. Para esto contaron con el apoyo de las fuerzas del orden chilenas. “Ahora ustedes van a caminar hacia allá. Hacia donde está alumbrando mi linterna. (¿Y para allá no hay policía?, le preguntan) No, no hay policía peruana. Van a pasar el montículo de tierra y ya están en Perú”, agrega.
Luego, sigue con las explicaciones, al mismo grupo, para que no tengan ningún paso en falso. “Esas son patrullas, pues. Pero si ven luces ustedes, se esconden. Pero dejen que se vayan... Lo que pueden hacer ustedes es quedarse un buen rato, tranquilos, que no los vean y de ahí siguen la marcha para allá”, les sugiere. Y les asegura: “Sí, hay manera de pasar para allá”.
Las indicaciones continúan. “Van a caminar hacia allá, por un montículo de tierra. Hay un camino de tierra y ese camino conduce a una base militar. Hay una playa, entonces va a pasar el montículo de tierra (...) La única carretera es la que estoy indicando, es la de allá donde va, esa es la única carretera. El camino es pasando el montículo de tierra, el camino que da acceso a la base militar en la playa. Se van a pillar con un camión, se va a parar un vehículo ahí. Lo más probable es que sean militares”, siguen.
“Ahí donde está la camioneta es donde no está la carpa de ellos, ¿ya? ¿Ven esa luz roja que está parpadeando? Entre la luz roja, la ciudad (Tacna) está ahí”, precisa el militar y le confía su palabra señalándole que si no llegan a cumplir su objetivo, que vuelvan para que les dé nuevas instrucciones. “Sí, se regresan nomas y después lo hacemos pasar por otro lado”, se escucha.
Esto se da en medio de la turbulenta atmósfera que viven ambos países por la falta de control migratorio y por una de las consecuencias de esto: la delincuencia. Uno de los últimos cruentos escenarios en Chile fue el asesinato de un carabinero. El autor fue un ciudadano venezolano. Le disparó a sangre fría en la cabeza. Esta misma situación pasa en Perú. Un extranjero del mismo origen baleó a un agente de Serenazgo, quien falleció días después. Otros personajes que provocaron el terror ciudadano son José Alberto Jirón Holder, limpiaparabrisas que ultimó con un arma punzocortante a un conductor porque le rechazó su servicio informal, y Sergio Tarache, quien acabó con la vida de Katherine Gomez. Este caso causó revuelo no solo porque quemó viva a la joven que únicamente rechazó retomar la relación con él, sino que este personaje huyó a Colombia y ahora el camino de la extradición se ha convertido en un dilema diplomático.
El gobierno del Perú debe emprender dos acciones inmediatas. La primera es reforzar el trabajo fronterizo evitando las vulnerabilidades y también debe pedir una explicación inmediata al presidente Gabriel Boric. Las Fuerzas Armadas del país vecino no pueden deliberadamente convertir a nuestro país en un territorio de fácil acceso. Deben tener presente que aún no olvidamos el destapado proyecto Caliche.