Alejandro Toledo, ayer domingo, fue capturado y extraditado hacia el Perú.
Se sabe que, según la tesis fiscal, Toledo habría recibido coimas de la empresa Odebrecht y de Camargo Correa por la construcción de la interoceánica por medio de la empresa Ecoteva, brindándole al expresidente y a su esposa, Eliane Karp, una residencia en las Casuarinas de 4 millones de dólares y una oficina, frente al Jockey Plaza, de 882 mil dólares. Toledo, en aras de defenderse, dijo que Ecoteva logró adquirir esos inmuebles gracias a los ahorros de su suegra belga y de la indemnización que habría recibido de su esposo (quien fue sobreviviente del holocausto y perseguido por la GESTAPO). Cabe resaltar que la propia comunidad judía desmintió esto porque no existe indemnización de ese tipo.
Otro dato importante que no debemos olvidar, del expresidente extraditado, es el que cuenta el propio Francisco Tudela cuando ambos fueron rehenes en la embajada de Japón. Según Tudela, fue testigo de cómo Toledo negociaba con el terrorista Cerpa Cartolini su propia salida y se negaba a ser relacionado con el resto de los rehenes.
Por otra parte, respecto al gobierno de Toledo, hay que reconocer que tuvo muy buenos cuadros que lograron ayudar a que el país pueda tener un crecimiento económico importante. Sin embargo, es probable que algunos miembros de su entorno político estén comprometidos respecto a las acusaciones que hoy Toledo enfrenta. Veremos qué desenlace va teniendo este proceso.
Asimismo, muchos de los denominados caviares se han relacionado, en su naturaleza vil, con el propio Toledo, incluso antes de ser presidente. Es por eso por lo que este caso no solo implica a Toledo como principal objetivo, sino que también se quiere lograr que este pueda delatar a todo aquel que fue cómplice y que, muy probablemente, van a querer pagar por su silencio a toda costa.
¿Seremos testigo del final de los famosos caviares o tendremos una escena más donde estos se salen con la suya para seguir parasitando en el gobierno de turno?