OpiniónViernes, 12 de mayo de 2023
¿Embajador o espía encubierto?, por Berit Knudsen
Berit Knudsen
Analista en comunicaciones

Dos exagentes de inteligencia cubana han identificado a Carlos Rafael Zamora, embajador de Cuba en Perú, como alto oficial de la inteligencia cubana. En una preocupante fusión de diplomacia e inteligencia, Zamora utiliza su puesto para llevar a cabo actividades encubiertas, desestabilizando la política interna del país y violando la soberanía peruana.

Zamora ha llevado a cabo una estrategia de influencia y manipulación, contactando y posiblemente cooptando a organizaciones en todo el país. Sin embargo, muchos de estos encuentros no están registrados en las páginas de transparencia del gobierno, lo que sugiere un esfuerzo por mantener actividades ocultas. Entre otros casos, Zamora ha tenido reuniones con figuras gubernamentales clave, como el ministro del Interior Willy Huertas, hecho que luego intentaron minimizar y eliminar, sospechosa señal de alarma.

Enrique García y Orlando Brito Pestana, ambos exoficiales de inteligencia con muchos años de experiencia, han rendido manifestaciones.García, quien trabajó con Zamora en Ecuador bajo la fachada de representante del Ministerio de Comercio Exterior, denunció a Zamora en 1989 después de presenciar el soborno a tres candidatos electorales. Brito, que colaboró con Zamora en la embajada de Panamá en 2002 como supuesto Agregado Comercial, asegura que la posición de Zamora como Embajador es simplemente una fachada, ya que Zamora rendía cuentas diariamente a Alexis Frutos, jefe de la inteligencia cubana en Panamá.

Ambos exagentes mantuvieron una relación lo suficientemente cercana con Zamora como para visitar su hogar y departir con su esposa, Maura Juanperez, quien también ha sido identificada como agente activa. Según García y Brito, la misión de Zamora va más allá de la diplomacia tradicional, incluyendo la recolección de información clasificada y la gestión de agentes clandestinos en el país.

Además de estas denuncias, hay evidencias que sugieren que Zamora ha estado utilizando su posición para influir en la política peruana, con diversas reuniones con altos funcionarios como el expresidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres. A través de su vasta red de contactos, ha llevado a cabo una estrategia de influencia y manipulación, relacionándose y posiblemente cooptando a muchas organizaciones en todo el país.

Esta situación puede representar una flagrante violación de la soberanía del Perú como país anfitrión, que las embajadas y los embajadores deben respetar. Si un embajador está realizando actividades de inteligencia, implica una interferencia en asuntos internos y una transgresión de la norma de no intervención con otros Estados.

La situación es alarmante y representa una violación flagrante de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, que estipula que las funciones de un diplomático deben limitarse a representar a su país y fomentar relaciones amistosas y pacíficas. Los actos de Zamora son una afrenta y representan el abuso de su inmunidad diplomática.

A pesar de las denuncias realizadas en 2021 por Ernesto Bustamante, entonces presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, hasta ahora ha habido una notable falta de acción. No podemos permitir que esta situación continúe sin control. Las acciones de Zamora constituyen una amenaza directa a nuestra soberanía, al Estado de Derecho y a nuestra estabilidad política. Es imperativo tomar medidas concretas para frenar estos hechos que representan un grave peligro para nuestra nación.

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