La asociación del corporativismo con el capitalismo es común en las sociedades y puede llevar a que se interiorice un discurso político malintencionado y equivocado. "Divide y vencerás" es una de las frases más populares de la historia, ya que puede aplicarse a casi todos los ámbitos de nuestras vidas. En política, se refiere a la facilidad con la que se puede llegar a controlar una sociedad fragmentada por factores étnicos, económicos, sociales y culturales. En este caso, desde Karl Marx se buscó utilizar la lucha de clases como base del anticapitalismo. Sin embargo, muchas veces se engloban los gobiernos bajo una sola definición y no se desagregan las políticas individualmente para analizar cada una por separado.
La izquierda busca vincular el sistema capitalista con la corrupción, el empleo precario, el abuso de grupos de poder, las prácticas desleales, la contaminación y muchos males que afectan a los niveles socioeconómicos más bajos. Entonces, las políticas económicas adoptadas por los gobiernos se ven deslegitimadas si se presentan los mencionados anteriormente, a pesar de que muchos de dichos males sean culpa del propio Estado y de su intervencionismo. En el momento en el cual ese odio y resentimiento se impregnan en un ciudadano, toda acción política será criticada y evaluada de forma sesgada. El ejemplo más claro lo podemos ver con la crítica absurda a procesos exitosos como las privatizaciones, la liberalización de precios o la apertura comercial por haber formado parte del fujimorismo.
La derecha debe condenar y desligarse totalmente de políticos y empresarios que no representen al capitalismo. El sistema económico y social que defendemos se basa en pilares como la libertad, la propiedad privada y la competencia. Cualquier interés que esté en contra de ello debe ser rechazado. La mentalidad de que es un sistema que solo les sirve a unos cuantos debe eliminarse y reemplazarse por una idea inclusiva, donde los más pobres sean quienes se vean más beneficiados, porque les permite acumular capital y crecer. El capitalismo es inclusivo por excelencia y venderlo de esa forma es la única manera de que sea aceptado en una sociedad tan fragmentada y donde se le ha desprestigiado tanto.