PortadaMartes, 23 de mayo de 2023
El rostro del capricho

Para el presidente de México, Manuel López Obrador, las sucesiones constitucionales son aplazables si no se ajustan a su línea ideológica. A Pedro Castillo, por ejemplo, todavía lo considera mandatario peruano, pese a que está en prisión por el golpe de Estado. Esto trajo a colación su indiferencia hacia la sucesora Dina Boluarte, lo cual viene siendo su excusa para paralizar otra transición legal y legítima:no le quiere dar a la mencionada, como corresponde, la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico, cambio que ya viene tardando medio año. Pero al jefe de Estado mexicano no le interesa y lo viene exponiendo sin filtros en sus conferencias con aires de bravata. Desde el Perú, distintos referentes, como los excanciller García Belaunde y Tudela, le vienen exigiendo que cumpla con esta obligación, exhortación que también vino desde Chile, país al que el izquierdista consideraba como su aliado. Los únicos que se subieron a su coche son el presidente Gustavo Petro (Colombia) y el ex presidente Evo Morales (Bolivia), ambos —como él— vetados de nuestro país.

La ruta

El 25 de noviembre del 2022, el también conocido como AMLO tenías listas las tarolas y la pirotecnia para darle la conducción de la organización internacional al profesor chotano. Pero esto no se pudo dar. El mencionado estaba atrapado en su propia espiral. Las seis investigaciones fiscales en su contra iban tomando cuerpo. La vacancia era casi un hecho. Y al ver que ya no podía amagar más a la justicia y al trabajo congresal, se mandó con un golpe de Estado. Pero esta intentona no avanzó y ahora ya no duerme en Palacio, sino en el penal de Barbadillo (por una prisión preventiva de 18 meses). El cambio de mando fue inmediato. Dina Boluarte asumió. Y esto fue como un terremoto para la izquierda regional.

La venganza

Desde entonces, López Obrador fue un mismo monólogo: Pedro Castillo debe ser liberado y repuesto; el Congreso y las fuerzas del orden son los villanos; y nada con Dina Boluarte. A la última incluso, excediendo todos los límites, la llamó “usurpadora”, poniendo en peligro así a las relaciones bilaterales entre Perú y México. Y esta secuencia incendiaria del izquierdista tuvo su vuelto: la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso lo declaró “persona no grata”. Pero aun así insiste en quedarse con la Alianza del Pacífico, como si fuera su juguete.

Las voces

Uno de los que pisó fuerte fue el excanciller José Antonio García Belaunde. Señaló, en una entrevista para El Comercio, que AMLO “está desconociendo un tratado internacional”. Sin embargo, aseguró que por ahora no se puede hacer mucho por este “hecho insólito (...) porque se podría denunciar ante una corte (internacional)”, pero eso no solo “puede demorar más de lo que dure la presidencia del Perú” sino que el mandatario mexicano “puede decidir no cumplir ninguna decisión que emane una corte”. Además, hizo hincapié en que a este personaje “no le importa los tratados con sus vecinos de Sudamérica”. Por su parte, Francisco Tudela señaló para este diario: "El Perú se ha vuelto cómplice de la destrucción del Tratado de la Alianza del Pacífico".

Desde Chile también hemos recibido apoyo. Quien tomó la palabra fue la subsecretaria de Relaciones Exteriores chilena, Gloria de la Fuente. "Nuestro Gobierno, a través de su canciller, ha sido muy claro con respecto a nuestra posición respecto a la Alianza del Pacífico. Nosotros creemos que efectivamente la Presidencia pro témpore le corresponde al Perú", dijo.

Tanto AMLO como Castillo le pusieron punto final a una larga historia sin crisis diplomáticas entre Perú y México. Tal vez esta cesión no tenga un peso tan superlativo como un Tratado de Libre Comercio, pero si no sentamos algún precedente la izquierda regional va a hacer lo que quiera con solo mostrar los dientes. Eso se tiene que frenar.

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