Al menos hasta mi generación, crecimos incorporando la sabiduría contenida en la fábula de la hormiga y la cigarra. No sé hasta qué punto el deliberado recorte educativo, domesticado mediante la minimización de la fábula como transferencia de conocimientos de historia, geografía, filosofía y cultura general, haya privado a generaciones más recientes de esto. Por eso, incluyo el enlace para aquellos que no la conozcan (1).
Quienes, independientemente de nuestros valores morales y/o creencias religiosas, respetamos la verdad científica por encima de los caprichos, deseos, modas y apetitos, somos conscientes de la regla esencial de la naturaleza que ha permitido la evolución, supervivencia y desarrollo de algunas especies en lugar de la extinción de otras. Esta regla se basa en la predominancia, reproducción y liderazgo de los más fuertes, valientes y capaces.
La domesticación humana de ciertas especies animales con el fin de formar parte de nuestra alimentación sin tener que salir a cazarlas, buscando minimizar los riesgos para el criador, ha llevado a la manipulación contraria a lo descrito en el párrafo anterior. Esto se logra mediante la selección de individuos genéticamente predispuestos a la aceptación pacífica de su destino como alimento de nuestra especie. Incluso hoy en día, los ganaderos de carne o leche sacrifican tempranamente a los ejemplares excesivamente agresivos.
A lo largo de los siglos, los seres humanos aprendieron que la domesticación para beneficio propio implica anteponer sus deseos a la regla natural de supervivencia y prevalencia del más fuerte, del más capaz, del más valiente (si es que cabe aplicar el término al reino animal). Nadie quiere un pollo, pavo o pato que pique, un cuy, cerdo o conejo que muerda, ni una vaca o carnero que embista. Por ejemplo, la variedad de cebú criada para carne en Texas es absolutamente mansa, al igual que el búfalo de agua criado para carne y leche en dicha región.
La crianza de caballos y toros de lidia es exactamente lo opuesto a lo descrito, ya que en estos casos, dado que su destino no es la olla, sino el goce cómplice de sus habilidades innatas, se busca mantener el espíritu intacto del animal. Quien pretenda evocar buenas intenciones para sojuzgar el espíritu humano, miente descaradamente.
La humanidad está experimentando un fenómeno inducido deliberadamente por algunos, una secuencia que a los ojos del incauto puede parecer una aparente rebelión espontánea de las cigarras contra las laboriosas y disciplinadas hormigas. Pero en política, como en historia, nada es espontáneo.
Estamos presenciando un aparente asalto al poder de aquellos menos capaces, menos fuertes, menos educados y menos inteligentes, que coincidentemente son también los menos respetuosos de los derechos de los demás miembros de la especie. La coincidencia de este fenómeno en la mayor parte del continente americano o hemisferio oeste, como gusta llamarse en EE. UU, en conjunción con lo que está ocurriendo en buena parte de Europa, nos obliga a revisar con ojo crítico la aparente coincidencia.
La especie humana, a pesar de tener inteligencia superior a las demás especies y un espíritu y/o alma, no escapa a las leyes que rigen la naturaleza. Por lo tanto, es irracional, ingenuo e incluso estúpido no darse cuenta de la manipulación que están llevando a cabo los gobernantes de unas pocas potencias autoritarias en complicidad suicida con un puñado de fortunas oportunistas, con miras evidentes de domesticación para la dominación.
Los regímenes autoritarios contemporáneos se especializan en convertir al ser humano en un "canario" dependiente de las dádivas estatales, incapacitándolo para sobrevivir por sus propios medios fuera de la prisión impuesta. Las antiguas autocracias orientales han encontrado la forma de exportar su cultura ancestral de gobierno asistencialista, basada históricamente en el miedo en lugar del respeto o la aprobación, propios de las formas de gobierno de occidente. Esto ha dado lugar a unas monarquías plebeyas* del "socialismo del Siglo XXI", variantes autocráticas como las que oprimen a Cuba, Nicaragua, Venezuela y otras que se van consolidando en otros países de la región. Estas formas de gobierno, a la luz del análisis de datos duros realizado por el Center for Secure Free Society, evidencian inspiración, financiamiento, estímulo y dirección de las primeras mencionadas.
En paralelo a lo descrito, estamos presenciando:
Los pretextos de supuesta protección ecológica del planeta no resisten la prueba ácida de una comparación a lo largo de un periodo más extenso de tiempo que el seleccionado arbitrariamente para mostrar una tendencia autodestructiva que debe ser cambiada incluso a costa de vidas humanas.
Probablemente, la secuencia aquí explicada desencadenará algunas voces bajo contrato que apelarán, con una caja de resonancia también contratada, a la denominación peyorativa de "teoría conspirativa", un insulto descalificador con el que han logrado cubrir su avance. Sin embargo, todo lo expuesto se puede demostrar perfectamente con datos duros que incluyen estadísticas honestas y declaraciones expresas de intenciones. Esto implica, ciertamente, un trabajo más extenso que los límites naturales de un simple artículo. De todos modos, he decidido publicarlo para cumplir con el deber de alertar y prevenir.
(1) https://www.guiainfantil.com/1385/fabulas-para-ninos-la-cigarra-y-la-hormiga.html
(2)Término acuñado por Juan Claudio Lechín en “Las máscaras del fascismo”.