OpiniónMiércoles, 7 de junio de 2023
¿Por qué se meten con los niños?, por Franco Consoli
Franco Consoli
Analista político

Estamos en el mes en el que se celebran a los “no representados” de esa comunidad que se ofende cada vez que alguien discrepa con sus ideas y su progresismo. Todo un mes dedicado a esta comunidad susceptible que busca enseñarnos sobre tolerancia cuando son los primeros en manifestar lo contrario.

La semana pasada arrancó junio, el mes que ha sido apoderado por el progresismo mundial que es representado por una seudosecta de la bandera de colores, que lo llaman el mes del orgullo. Una gran cantidad de empresas y marcas mostraron su “apoyo” poniendo sus logos con color arcoíris.

No soy fan de estos actos progresistas por parte de las empresas. Sin embargo, entiendo el marketing y entiendo que, a la larga, todo es negocio. Así que son libres de hacer lo que crean conveniente para sus ingresos. Así como también son libres todos los de la comunidad de la bandera de colores a sentirse orgullosos por la llegada del mes, orgullosos por su orientación sexual y orgullosos por sentirse un unicornio. Hasta ahí no hay problema.

La situación sí cambia cuando deciden que todo el mundo debe estar de acuerdo con su insania. Más aún cuando quieren que esta sea propagada hacia los niños. Es ahí cuando la situación se vuelve inaceptable. Si quieren sentirse un unicornio o un dragón, bien por ellos y por su falta de cordura, pero no se metan con los niños.

Lamentablemente, la demencia de este sórdido colectivo busca profanar la mente de los niños para que acepten y consideren correcto y normal todos los actos de esta comunidad. Por más depravados que estos sean. Y sí, uso la palabra depravado porque en estos últimos años el colectivo LGBT+ ha ido a bibliotecas y centros educativos para realizar bailes sexuales a los niños, como si fuera una especie de espectáculo infantil.

Además de los desfiles, los cuales más allá de las extravagancias que siempre buscan resaltar, tienen una connotación sexual más que degenerada. Con hombres semidesnudos, cubiertos solo por vestimenta —en muchos casos ropa interior— sadomasoquista, con látigos. Desfiles en los que cada vez hay más presencia de niños.

Sin mencionar todo el adoctrinamiento menos explícito que se dan en tantos colegios en Estados Unidos y en Europa, pero especialmente en el primero, donde decoran las escuelas con banderas de colores, arcoíris, haciendo también que en las clases los niños pinten la bandera alusiva a la comunidad LGBT. Todo para celebrar un mes, el cual debe empoderar a un grupo más que particular solo porque sí.

¿Cuál es el afán de meterse con los niños? Juegan con la mente de pequeños para imponer su pensamiento. ¿Por qué?

Claramente, lo que buscan es alterar las perspectivas de las futuras generaciones. Alterar la perspectiva de los menores para que inconscientemente interioricen esta relativización de la verdad, de la ciencia, con el fin de que, en un futuro, sean ellos los que promuevan esta agenda y enseñen a sus hijos que la verdad es completamente maleable. Los llenan de ideas, normalizan trastornos como la disforia de género para que sea una característica de lo corriente. Alejándolos así de la realidad.

Promoviendo así solo una futura sociedad cada vez más progre, más degenerada y depravada, que, si fue educada con estas cosas, con qué educará a sus hijos en los próximos años.

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