OpiniónLunes, 12 de junio de 2023
El liberalismo peruano: sin identidad ni sentido de realidad, por Bruno Schaaf
Bruno Schaaf
Analista político

La falta de olfato político de la derecha peruana es increíble. En los últimos tiempos, la izquierda limeña se ha desconectado por completo de los sectores más populares debido a su obsesión con temas "woke" –como la agenda LTBIQ+ y el feminismo– y se ha convertido en una versión marxista del Partido Morado. Por otro lado, la izquierda provinciana –al estilo Castillo– ha ganado terreno porque, a pesar de sus pésimas propuestas, es la única izquierda que aborda los temas de mayor rédito político.

De ese modo, las demandas más fundamentales de los peruanos –como el empleo, la seguridad y el acceso a servicios básicos– han sido completamente descuidadas por una izquierda necia y otra mediocre, generando así un vacío en la representación popular. Sin lugar a dudas, esta situación representa una oportunidad única para la derecha liberal –que dice abogar por el sentido común– para expandirse más allá de Miraflores y San Isidro, y entablar un diálogo con millones de peruanos que quieren discutir sobre la inflación y la falta de empleo, y no sobre los beneficios del lenguaje inclusivo.

No obstante, los liberales peruanos –víctimas del elitismo y el fundamentalismo– parecen incapaces de percibir la oportunidad que se les presenta. Por ejemplo, recientemente he observado cómo algunos liberales peruanos afirman que el liberalismo es woke. En consecuencia, se declaran seguidores de un movimiento que rinde culto a la vanidad moral, rechaza la meritocracia, promueve la política identitaria y está obsesionado con la sexualidad y la raza. ¿Acaso no es contradictorio considerarse liberal –es decir, seguidor de un movimiento caracterizado por la racionalidad– y al mismo tiempo alinearse con el wokeismo hipersensible e histérico?

Según entiendo, aquellos que siguen ese camino lo hacen en apoyo al movimiento LGTBI, el cual respeto y respaldo. Sin embargo, ¿es realmente necesario identificarse como woke para respaldar demandas razonables y legítimas de dicho movimiento? Solo en la medida en que uno caiga en la irracionalidad de negar la pirámide de Maslow –como lo hace la progresía– y creer que sus luchas sociales tienen prioridad sobre las necesidades fisiológicas de los peruanos, como la vivienda o la alimentación. Les recuerdo que en el Perú más de 40% de los niños entre 6 y 36 meses sufren de anemia.

Sea como sea, este acercamiento de los liberales peruanos al wokeismo tiene una explicación. Resulta que el liberalismo peruano tiene como vicio histórico la desconexión con el resto del país y tender hacia el wokeismo –un movimiento posmaterialista a ultranza– es innevitable y natural. Además, nuestros liberales creen erróneamente que defender la libertad individual implica ignorar la existencia de las mayorías. De hecho, quien se atreve a reconocer su existencia y relevancia son etiquetados como populistas o –algo aún peor entre los liberales– como "falsos liberales".

En fin, esta combinación de elitismo, desprecio por las mayorías e incapacidad de priorizar por urgencia, condena al liberalismo peruano a la irrelevancia absoluta tanto en el ámbito electoral como en su utilidad política. Si continúan por este camino, sin identidad ni sentido de la realidad, mejor no esperemos nada de este movimiento.

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