OpiniónMartes, 20 de junio de 2023
El “Yo” Dividido, por Ricardo de la Piedra

Hace un par de semanas escribía acerca de la influencia de las ideas y conceptos del psicoanalista alemán Erich Fromm aplicados a los serios problemas de ética y corrupción que experimenta la política latinoamericana. El corolario de dicha columna leía que también encontré dentro de una caja de “vejeces” un libro interesantísimo de Ronald David Laing, psiquiatra escocés que en la década de 1960 cobró prominencia por sus enfoques y teorías no convencionales hacia la comprensión de la esquizofrenia y otros trastornos mentales.

Las ideas de Laing sobre lo que puede hacerle a un individuo la presión política y social que escapa de su control son súper interesantes para entender el comportamiento ciertamente errático de ciertas personas y grupos en un continente como el nuestro, siempre azotado por la inestabilidad política e intentos de caudillos con agendas propias.

  • El “Yo” Dividido: “El Yo Dividido” (1960) es un ejemplo paradigmático que ofrece perspectivas sobre cómo el entorno social y político puede incidir directamente en la psicología y salud mental de una persona, lo cual puede derivar en la aparición y agravamiento de trastornos mentales que pueden inducirlo incluso a la locura (de hecho, el título en inglés es "The Divided Self: An Existential Study in Sanity and Madness"). Esta presión genera que el “yo” de un individuo puede llegar a dividirse entre lo que la sociedad espera de él y lo que verdaderamente experimenta internamente frente a situaciones hostiles y estresantes, usualmente fuera de su control.

Laing fue parte de la contracorriente denominada "psiquiatría antipsiquiátrica", que criticaba a la psiquiatría tradicional por ser demasiado estructurada y a menudo deshumanizante en el sentido de buscar una sola causa común para un grupo de individuos en lugar de analizar conductas por lo que son y representan para el mismo. En esa línea, Laing argumentaba que los trastornos mentales como la esquizofrenia no debían ser entendidos meramente como enfermedades biológicas, sino más bien como una reacción a situaciones difíciles o traumáticas que afectan y fracturan al ser como unidad individual.

  • Contexto social y político: Laing percibía que el comportamiento humano y la salud mental estaban intrínsecamente ligadas al contexto social, político y cultural que rodea a las personas. En otro de sus libros "Política de la Experiencia" (1967), explicó cómo las estructuras sociales y las relaciones de poder afectan la salud mental de las personas. Sostenía que la sociedad y figuras de poder pueden imponer expectativas y presiones que llevan a la alienación y la psicopatología.

Las normas y expectativas impuestas por la sociedad y la clase política son internalizadas y cuando estas son incongruentes con la experiencia, motivaciones y creencias personales, pueden resultar en una fractura del “yo”. El individuo con un “yo dividido” busca mantener una careta o fachada que cumpla con las expectativas y las normas sociales y legales (adaptarse al régimen imperante o a lo que se espera de él), mientras, a la vez, puede enfrentar un disturbio interno que no le permite vivir con tranquilidad. Laing equipara esta división con las tensiones políticas en la sociedad, donde los individuos pueden sentirse alienados y desposeídos de su autonomía debido a estructuras de poder opresivas, lo cual finalmente puede hacer que cedan ante gobiernos autoritarios o se rindan ante la desesperanza de tratar de luchar contra ellos (como en el caso de Venezuela, Cuba e incluso Argentina) y acepten una situación que para su “yo” real sería inaceptable. Una dicotomía imposible.

Si bien Laing desafió nociones convencionales en psiquiatría y abogó por una comprensión más humanista y contextualizada de los trastornos mentales, es importante también entender que a través de su obra podemos analizar y comprender cómo las estructuras sociales y las relaciones de poder impactan directamente la experiencia humana y la salud mental de las personas, alineándolas hasta incluso volverlas violentas o sumisas (en los extremos) ante ideales o coerciones que no comparten. ¿Suena conocido?

Idea suelta: ¿Será que con todo lo que ha ocurrido históricamente en Perú, los ataques irracionales entre distintos bandos políticos y por/contra determinados grupos y activistas no se deben necesariamente al factor ideológico sino a trastornos mentales arraigados en base a la experiencia y presión a través de la fenomenología de la percepción? Para pensar.

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