La obligación a influencers de publicar su RUC en redes sociales y comenzar a pagar impuestos generó una respuesta positiva por parte de muchos ciudadanos. La resistencia a quienes, según la opinión pública, ganan dinero sin hacer mucho se traslada a defender una medida que probablemente no sea la mejor. En lugar de alegrarse, deberíamos comenzar a cuestionar la ética de los impuestos. A pesar de que un gobierno no entre en escándalos de corrupción y sus servicios públicos sean buenos, debemos evaluar si existen mejores alternativas. Al menos eso es lo que debe hacer siempre un buen economista. Al fin y al cabo, los impuestos son un robo institucionalizado.
La reducción de impuestos, no solo a las grandes empresas e influencers -sino a todos los peruanos- estimula la actividad económica. Cuando los impuestos son altos, las personas y empresas tienen menos dinero disponible para ahorrar (invertir) y consumir, lo que puede desacelerar el crecimiento económico. Al reducir la carga fiscal, las empresas no despilfarran ese excedente, sino que lo utilizan para expandir sus operaciones, contratar empleados y desarrollar nuevas tecnologías. Asimismo, reduciendo impuestos individuales, los peruanos tenemos más dinero para gastar, expandiendo la demanda e impulsando el comercio local.
Además, una menor carga fiscal puede alentar a los emprendedores a iniciar nuevos negocios, lo que también contribuye a la generación de empleo y a la innovación. La reducción de las barreras burocráticas debe venir acompañada de la eliminación de impuestos que lo único que hacen es ahuyentar a los empresarios. Principalmente, desincentivan al micro y pequeño empresario, es decir, a los bodegueros, mecánicos, albañiles, etc. La masa empresarial no tiene motivos para formalizarse y eso limita su crecimiento.
La reducción de impuestos convierte a nuestro país en un lugar atractivo para la inversión extranjera. Los inversionistas internacionales buscan lugares donde puedan obtener un rendimiento para sus inversiones. Reducir o eliminar los impuestos puede ser un factor determinante para que entre capital al Perú. Así, mejoramos nuestra competitividad y beneficiamos nuestra economía a largo plazo. Incrementamos puestos de trabajo, tenemos competencia dentro de las industrias y fomentamos la acumulación de capital.
Si bien los impuestos, por ahora, son necesarios para financiar el gasto público, éticamente son inmorales ya que representan un robo a mano armada por el Estado. La capacidad coercitiva de los gobiernos hace que lo hayamos normalizado y aceptado. Algo inmoral también viene a ser el corporativismo y la corrupción entre el Estado y algunas empresas para que estas no paguen impuestos. A diferencia de algunos izquierdistas que viven del resentimiento, yo no me quejo de que dejen de pagar impuestos, sino que ese beneficio tributario no sea para todos por igual.