Desde la llegada al poder por parte de Castillo, hemos sido testigos de una serie de desvirtuaciones que han afectado diversos ámbitos. Entre ellos, se encuentra la desacreditación de la figura del profesor, la cual ha sido desmantelada por la desastrosa gestión tanto como mandatario como persona. Su "palabra de maestro", que era solo una fosa de mentiras, ridiculizó la ética de una de las profesiones más importantes que existen, proyectando una imagen deplorable de lo que significa ser profesor en nuestro país.
Mañana es el Día del Maestro, un día dedicado a todos los docentes del Perú, que se celebra desde los años 50, cuando durante el gobierno de Manuel Odría se establece que se debe dedicar un día a quienes se dedican a enseñar y educar a las futuras generaciones. Y es por eso por lo que en esta columna quisiera hacer unas reflexiones al respecto.
La labor docente es uno de los trabajos más infravalorados, no solo en nuestro país, sino a nivel mundial. Los profesores sufren una falta de reconocimiento, se les remunera de manera insuficiente y sus contribuciones son escasamente valoradas. Además de ser una de las profesiones más criticadas en el país.
Ciertamente, con Castillo se vio reflejada la imagen del "mal maestro" o, como me gusta llamarlo, del "prosor". Es evidente cómo nuestro exmandatario no sabe sumar ni restar, desconoce los fundamentos gramaticales y no puede contar ni una historia bien. Tanto es así que su historia del niño y el pollo se ha vuelto una parodia del Gato de Schrödinger.
Lamentablemente, esta imagen del mal maestro ha ganado popularidad en nuestro país. Si bien no dudo de que existan muchos docentes como Castillo dictando clases, también hay muchos otros que no se identifican en lo absoluto con esta imagen.
Es innegable que nuestro sistema educativo adolece de graves deficiencias y es obvio que se requieren reformas para mejorarlo. Sin embargo, eso no significa que los colegios no sirvan para nada, como dijo el exministro de Educación, Óscar Becerra. Solo que parece que casi nadie quiere intentar mejorarlo.
Entre las medidas que considero necesarias para impulsar un cambio, se encuentran los incentivos para que las personas elijan estudiar educación y se conviertan en docentes. Actualmente, los profesores en el sector educativo público perciben un salario promedio de 2600 soles, cifra que supera el promedio en colegios privados según un estudio de ILAD. Un sueldo nada prometedor, que muchas veces no se refleja en la cantidad de trabajo que se realiza ni incentiva a elegir la carrera.
Además, debemos abordar los abusos que se producen en las escuelas. Los docentes a menudo trabajan con contratos de un año, cuando deberían tener contratos indefinidos. Se enfrentan a jornadas laborales que comienzan a las 7 de la mañana y se extienden sin interrupción hasta las 3 o 4 de la tarde. Y si se quejan, les dan una patada para afuera. Se ven en la tarea de enseñar, corregir y, en muchas ocasiones, educar a grupos numerosos de niños, en cuyas casas la educación no existe.
Nadie protege a los profesores de los abusos, y el derecho laboral tampoco.
Los profesores se convierten en psicólogos, tutores y mediadores de conflictos en el aula, a diario, además de tener que enseñarles algo nuevo todos los días. ¡Feliz día! -adelantado- a todos esos profesores que hacen tanto y a quienes se les reconoce tan poco. Que ven cómo su profesión es cuestionada y, en ocasiones, denigrada por la sociedad, los políticos, los padres de familia e incluso por los propios alumnos. Pero que aun así, continúan esforzándose para formar una sociedad mejor.