En el desarrollo de un relevante caso de corrupción relacionado con el Ministerio de Vivienda, la Policía Nacional del Perú (PNP) ha procedido a la detención de la empresaria Sada Goray y el periodista Mauricio Fernandini. Ambos se enfrentan a acusaciones por su supuesta implicación en una organización delictiva vinculada a dicho ministerio. Según las investigaciones, Fernandini estaría involucrado en el caso que implica a Salatiel Marrufo y Sada Goray en relación con las licitaciones ganadas por la empresa Marka Group. Se sostiene que la empresaria entregó la suma de S/ 4 millones a Marrufo con el fin de obtener beneficios en proyectos gestionados por el Fondo MiVivienda. Estas licitaciones están bajo sospecha de haber sido obtenidas mediante actos ilícitos y sobornos a funcionarios estatales.
El periodista Mauricio Fernandini, quien en alguna ocasión fue considerado como un destacado profesional en el ámbito del reportaje y la investigación, cuenta con una amplia trayectoria liderando programas televisivos como Panorama, Buenos Días Perú y 20 Lucas, entre otros. No obstante, su reputación ha experimentado un giro radical tras las declaraciones de Marrufo después del intento de golpe de estado de Pedro Castillo. Fernandini se vio inmerso en este asunto y, en última instancia, ha reconocido los cargos que se le imputan. Durante esta semana, ha recibido un golpe devastador con la difusión en redes sociales de un lamentable vídeo de su detención.
Minuto a minuto, se van revelando nuevos detalles sobre la magnitud de este caso, lo cual deja al descubierto la escasa efectividad de los presuntos esfuerzos anticorrupción llevados a cabo por el Estado. En tan solo dos días, hemos tenido conocimiento de donaciones de propiedades a miembros de la familia Fernandini por parte de Mauricio, así como adquisiciones suntuosas de viviendas y automóviles realizadas con dinero ilícito en diferentes ocasiones.
Por otro lado, Sada Goray es una empresaria exitosa y la mente maestra detrás de toda esta trama. Fue ella quien habría sobornado a funcionarios con una suma de 9,4 millones y se benefició con la adjudicación de seis proyectos inmobiliarios del Fondo MiVivienda, con un valor total de 254 millones de soles. No obstante, su fantasía de tranquilidad y opulencia se desvaneció de manera fulminante al encontrarse bajo control de identidad durante el pasado fin de semana.
De manera gradual, los ciudadanos comunes de Perú estamos tomando conciencia de que los contratos con el Estado son un juego en el cual nosotros, lamentablemente, no sabemos participar. Resulta desalentador observar cómo la corrupción permea y cómo aquellos que deberían velar por el bienestar se implican en actividades delictivas.
Me pregunto, ¿Es posible esperar algo distinto? ¿Es realista esperar que las contrataciones públicas gocen de un proceso transparente? Lamentablemente, esta es una historia que no pareciese terminar. Recuerdo con claridad que durante mis años escolares se destapó el escándalo con la empresa brasilera Odebrecht, por el cual rodaron cabezas en todo Latinoamérica, y Perú no fue una excepción. Recuerdo, de igual manera, decenas de conferencias de prensa y escritos publicados en medios y redes sociales, por las cuales el Gobierno de turno aseguraba que se agregarían cláusulas anticorrupción obligatorias y se tomarían medidas con mecanismos eficientes.
Quién puede olvidar el llamado Club de la Construcción, que comprometió a 20 de las empresas más conocidas en el sector e implicó Toledo, García y Humala, y a Pedro Pablo Kuczynski como ministro. Me parece que esta mala práctica en el sector goza un poder sobre hombres soberbios y deseosos de aprender el juego de las millonarias contrataciones, es un canto de sirena al que estos marineros no pueden resistir. Hoy, esta historia se vuelve a repetir.
La detención de Sada Goray y Mauricio Fernandini representa solo un episodio más en la lucha contra la corrupción en el país y, según las palabras de Otárola, supone un duro golpe a esta práctica perniciosa. Resulta imposible combatir la corrupción en un país donde un billete y una buena red de contactos valen más que cualquier normativa legal o cláusula anti corrupción.
"Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni nada secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz." – Marcos 4:22