La Resistencia es un colectivo grosero y ordinario, ajeno a la prudencia, que solo sirve para el espectáculo y para ser el centro de las críticas. Unos gatos cuya presencia genera anticuerpos en la derecha, además de distorsionar los valores que dicen defender. También son conocidos como "La Pestilencia" por algunos sectores. Son un pelotón de "figurettis" que buscan reflectores. Tuve la desafortunada experiencia de presenciar esto durante una marcha por la vida, donde una de sus agitadoras abusaba del micrófono para gritar cualquier cosa que se le viniera a la mente, solo para atraer miradas.
Muchos los respaldan por su oposición a los caviares o por "hacer que se quejen los rojos", pero en realidad están protegiendo a los mismos intolerantes que critican de la izquierda. Simplemente, por ser de derecha, los glorifican.
La ambivalencia de nuestra derecha peruana es lamentable. Criticamos a aquellos que causaron disturbios frente a la casa de Beto Ortiz en 2020 o frente a la casa de Adriana Tudela a principios de este año, y con justa razón. Es por eso por lo que no podemos aplaudir a unos saltimbanquis que arrojan excremento a la casa de Rosa María Palacios, por más caviar que sea. No podemos ser tan hipócritas de condenar a los socialistas por hacer lo mismo que aplaudimos en La Resistencia. O condenamos ambos casos o no condenamos ninguno. Y en realidad, ambas situaciones son reprochables.
Apoyar este intento de bastión, fallido, solo genera más rechazo, no solo por parte de la izquierda, sino también de aquellos sectores a los que deberíamos persuadir para que apoyen nuestra causa. Minimizar o justificar la reunión de La Resistencia con el Ministerio de Cultura, cuando en realidad sabemos que no tenían nada que hacer allí, solo refuerza la narrativa izquierdista de que "la extrema derecha quiere apoderarse del país".
Aminorar los actos de La Resistencia comparándolos con escenas como cuando le lanzaron un cono a Tubino o cuando golpearon en la cara a Burga es una estrategia política lamentable. No convence a nadie y solo demuestra la hipocresía de este sector. "Si los caviares lo hacen 10 veces peor", ¿lo avalan? Entonces no se quejen después.
Además, esto solo empodera a estos arlequines que se creen defensores de la democracia, con más fervor que nunca debido a que toda la derecha mediática los abandera y los exalta.
Conocemos muy bien la hipocresía de la izquierda. Sabemos que critican a este grupo por protestar frente a la casa de la caviar número 1 del Perú, mientras respaldaron a todos los subversivos durante las protestas a principios de este año. Sabemos también que amparan la violencia para obtener sus fines y por eso están incitando y engañando a los peruanos para que acudan a la tercera toma de Lima. Eso no va a cambiar, digan lo que digan.
Sin embargo, ¿significa que la derecha debe ser hipócrita también?