El país entero está a la espera de la tan anunciada Tercera Toma de Lima, que comenzará el próximo miércoles 19 de julio, para ver si esta manifestación logra tener un impacto decisivo en el curso del país.
Todos nos preguntamos si esta marcha logrará ser un golpe mortal al gobierno de Dina Boluarte, que la podría obligar a dejar el cargo o adelantar las elecciones.
Las consignas principales de la Toma de Lima siguen siendo las mismas desde el fallido golpe de Estado de Pedro Castillo, donde el gobierno buscó activar a sus bases en el sur para intentar mantener su poder con violencia.
Se sigue pidiendo que se cierre el Congreso, que liberen a Pedro Castillo, que se vaque a Dina Boluarte, que se convoquen nuevas elecciones generales y, finalmente, que se instale una asamblea constituyente para instaurar un régimen socialista.
Estas consignas no solo son completamente inconstitucionales, antidemocráticas y peligrosas para el futuro del Perú, sino que también resultan ser bastante radicales y terminarían alienando al ciudadano promedio que podría estar en contra de Dina Boluarte y a favor del adelanto de elecciones.
De la misma manera, la cultura de protestas violentas, a la que están acostumbrados a recurrir los dirigentes de izquierda del sur que lideran esta convocatoria y que se pudo ver en la Primera y Segunda toma de Lima, también resulta intimidante para el ciudadano promedio.
Otro factor disuasorio es el marcado respaldo que esta marcha ha recibido de miembros activos o simpatizantes de Sendero Luminoso, como la Camarada Vilma, que sin duda generarán dudas en muchos sobre la conveniencia de unirse a esta causa.
Incluso en el sur, el apoyo a esta marcha podría disminuir, dado que las convocatorias previas paralizaron su economía, impactando a las personas más vulnerables. A esto se suma la amenaza del fenómeno del niño, que va a traer fuertes consecuencias para la economía de todo el Perú y preocupa elevar los precios de alimentos, por las inundaciones en el norte y las heladas en el sur.
Muchas personas podrían terminar priorizando su trabajo y subsistencia antes que sumarse a una causa que apoyan, pero que no consideran prioritaria. Por este motivo es que están empezando a circular videos de Puno donde los dirigentes de izquierda tienen que amenazar a la población con violencia para sumarse a estas manifestaciones, lo que indica que la convocatoria no va muy bien.
La izquierda nunca va a entender que para derrocar al gobierno de Dina Boluarte, como ellos tanto quieren, necesitan movilizar a la población de Lima, como se hizo en la marcha contra Merino y previamente en la marcha de los Cuatro Suyos contra Alberto Fujimori.
De esta manera, su estrategia de tomar Lima a través de protestas violentas promocionadas desde provincias en las que participan personajes controversiales, cercanos a Sendero Luminoso, está destinada al fracaso. La verdad es que, a pesar de que la izquierda siempre dice que el Perú no es Lima, necesitan de la capital, donde vive casi un tercio de la población de todo el país, para poder lograr sus objetivos.
Los ciudadanos de la capital suelen ser más moderados y críticos del radicalismo de la izquierda, lo que claramente se puede ver por sus preferencias electorales. Por lo tanto, es evidente que las consignas de esta marcha tendrán poco respaldo, a pesar de que muchos podrían estar en contra de la actual gestión.
Algunos dirigentes de la caviarada ya se han percatado de este problema y buscan intentar moderar la marcha para poder convocar a más participantes. Sin embargo, veremos si la izquierda radical se va a quedar de brazos cruzados y si van a dejar a los caviares poder protagonizar estas manifestaciones.
Esperemos que la izquierda decida realizar una manifestación pacífica en la cual se pueda evitar la pérdida de vidas humanas y la afectación de la economía, que ya ha quedado bastante afectada este año.