Se tiene como premisa previa que todos percibimos que Odebrecht fue la superempresa corruptora de América, que lo hizo en complicidad con privados nacionales y funcionarios de alto rango. Los peajes de Lima no escapan a ello. Sin embargo, el alcalde de Lima no cuenta con la varita mágica que haga desaparecer por arte de magia lo ocurrido. Las consecuencias también las tiene que asumir la población que votó por gobiernos populistas de izquierda, entre ellos Susana Villarán.
Los contratos cuando son fraudulentos así deben demostrarse, ya que el "caballazo" hoy en día, nos guste o no, no funciona en el mundo, pues tarde o temprano los inversionistas (esenciales para el desarrollo de cualquier sociedad) solo entenderán que el papel firmado es letra muerta. Si un gobierno considera sin motivación sustentada y reglas de arbitraje (comunes a unos y otros en litigio) que ya no conviene, o que fue mal hecho, o que se puede salir de él imponiendo reglas nuevas sobre la marcha, sea o no cierto, bastará con suspender pagos y patear el tablero.
López Aliaga vive en un mundo donde existen reglas que, gusten o no, convierten a los Estados y a las ciudades en parias, donde, como la lepra, serán aislados si contratan y luego desconocen. Aquellos que desean invertir, no de manera fraudulenta ni con coimas, ya se pronunciaron, y en una situación tan difícil de inestabilidad en el país se debe escuchar, o la pobreza continuará en caída libre. Es lo que es.
Ya se tiene la triste historia del primer gobierno de Alan García que, en ese estilo, condujo al país a la hiperinflación de los 80, lo recapacitó luego y realizó un segundo gobierno muy exitoso, con una enorme reducción de la pobreza y confianza que resultaron en importantes proyectos e inversiones en el marco de una Constitución que lo permitió.
López Aliaga es la segunda autoridad de elección popular más importante del país. Todos deseamos que su gestión, que recién empieza, pueda ser exitosa y demuestre que la eficiencia solo puede darse en un marco de respeto a reglas y leyes. Si no gustan, deben cambiarse, pero mientras existan, deben cumplirse, o no existiría civilización.
Los consejos del espejo pueden ser los peores y más aún si quienes nos rodean solo desean satisfacer a quien se mira o si existe algún provecho particular en ello.
La seguridad ciudadana se basó en una estrategia para la compra de 10,000 motocicletas y luego se ve que más de la mitad estarían estacionadas, pagando un alquiler millonario, ya que ni siquiera se cuenta con la mitad de los policías para operarlas, y no se consideró que en todo el mundo la cantidad de patrulleros es 10 veces mayor por razones técnicas que la de motocicletas.
Los reservorios de aguas estarían resultando mucho más caros que los cálculos evaluados en campaña.
Un fallo en contra arbitral en peajes costaría a Lima más de 1500 millones de pérdida.
Deseamos que Odebrecht se vaya para siempre, que se reanuden las obras de la tan importante Carretera Central sin Odebrecht y que el alcalde de Lima sea exitoso, pues representa a un amplio sector y lleva tan solo medio año de gestión.
Para ello es imprescindible que busque consejo íntegro, se rodee bien y que finalmente rompa con su a veces único consejero: el espejo.
Lo que puede ser políticamente incorrecto para muchos no deja de ser un tema de reflexión desprejuiciada para otros.