La desesperación y la ambición obnubilan a las personas al momento de tomar decisiones. Nos llevan a justificar actos deplorables con cinismo e hipocresía. En los animales se puede llamar instinto de supervivencia, pero en los hombres es una traición a sus propios principios. Lo peor es que quienes transan como último recurso quedan mal parados ante la imagen pública. Esto los debilita y demuestra su vulnerabilidad.
En la política es normal negociar y llegar a consensos. En un país democrático es imposible implementar políticas sin darle un poco de poder a la oposición. Pero, hay que ser estratégico al momento de ceder. El discurso político no debe ser rígido y cerrado al diálogo. Si sucede eso se queda peor al momento de llegar a un acuerdo y otorgar poder a la contraparte.
Si queremos presentar un discurso firme con una posición determinada, no podemos llegar a consensos en puntos claves con el otro extremo. Esto debilita la imagen que tienen los votantes que apostaron por dichos políticos y, en general, de toda persona con dos dedos de frente. Lo único positivo es que cada vez es más notorio qué políticos realmente defienden ideales. Existen muchos que bajo la bandera del capitalismo esconden mercantilismo, corrupción y estatismo. Algunos ya en el poder han dejado gestiones con mucho que desear.
Lo hecho por Fuerza Popular deja al partido de Keiko Fujimori, quien no le llega ni a los talones a su padre, descubierto. Renovación Popular es otro partido hipócrita al momento de realizar alianzas. Avanza país está cayendo en el mismo problema. Está bien decirlo con nombre propio y no callarnos. El hecho que sean las 3 únicas opciones por las que hubiese votado, no quiere decir que no tengan horrores. Si el 2016 negociaban mal siendo partidos con ideales similares, ahora con una oposición filoterrorista están sobrepasando límites. Espero, de todo corazón, ver una derecha sólida en un futuro.