Hay una cantidad de agua al día que todo ser humano debe tomar. Si no lo toma, comienza a haber consecuencias. La deshidratación trae consigo, entre otras cosas, sensación de cansancio. Y a la biología no le importa si estás deprimido o si te dejó tu pareja. Igual tienes que tomar agua, igual tienes que comer.Igual tienes que cuidar tu salud. Al universo le da igual tu estado de ánimo. El universo sigue adelante contigo o sin ti.
De igual manera, al universo no le importa que un presidente tenga una cuenta pendiente con el partido que tiene el control del congreso. La economía sigue adelante, le interese o no a los dirigentes. Igual hay que preocuparse por resolver los problemas necesarios para que el sector privado invierta, para que los capitales extranjeros sigan llegando, etc. Si nuestro presidente no está interesado en hacerlo y pone de ministra de economía a alguien que no está a la altura del reto, esos capitales se irán a otro país que sí está haciendo su tarea. En ese sentido, Vizcarra le debe mucho al país cuando anunció que ya se preocuparía por la economía del país luego, que tenía otras cosas más importantes que atender. Y es que así no funciona. La economía no es algo que puedes dejar para después.Es algo que sucede, te guste o no. Así como el agua, que igual tienes que tomar todos los días.
Algo similar pasó durante el gobierno de Ollanta Humala. Veníamos con un crecimiento económico envidiable, pero hacía falta continuar con las reformas. Su plan de gobierno abiertamente nos comunicaba que ya párenla con la obsesión con la economía. Que hay que prestar atención a otras cosas. Y eso fue lo que hicieron. Y sucedió lo que todos sabemos.Ya nunca alcanzaríamos esas altas tasas de crecimiento. Sus defensores sin estudios escolares de economía dirán que todo se debe a que los precios internacionales de los metales cayeron. Es su excusa de siempre. Sin embargo, no te explican por qué luego, cuando los precios subieron, el crecimiento peruano no se recuperó. Nuevamente, al universo no le importan sus promesas electorales o su camisita blanca. Si sacas decretos sin preocuparte por el aspecto económico, vas acumulando sobrecostos que luego terminarán pagando los demás.
El nuevo episodio de esta tragedia lo tenemos ahora. Los líderes de la oposición a Dina, los que quieren que renuncie y que se adelante elecciones (para nada vayan a creer las pancartas que vemos físicamente en las marchas en las que no piden eso, sino la reposición en el poder de Castillo) saben perfectamente que su propuesta no es la solución al estancamiento económico en el que nos encontramos. Que si detenemos a todo el país por otros seis meses de campaña y elecciones e incertidumbre no habrá inversión privada, no habrá puestos de trabajo, no habrá incremento del ingreso de las familias. Lo saben perfectamente y por eso abiertamente se burlan de los que se preocupan. Rosa María Palacios, por ejemplo, sale en entrevistas diciendo que de la economía no va a hablar, que de eso nos preocuparemos luego.
Por un lado, es irresponsable. Ya sabemos a lo que lleva esa actitud. Lleva a que la economía se estanque y a que la pobreza se afiance. ¿Lo hacen al propósito? No, por supuesto que no. No es que quieran que los peruanos sean más pobres. Es que no les importa. Desde siempre hemos sabido que estos comentaristas son fieles creyentes de que el fin justifica los medios.Todo se valía para evitar que Keiko sea presidente. Pues obvio que hay que apoyar primero a un investigado por violación de derechos humanos y después al candidato de un partido fundado por un sentenciado por corrupción. No les importa. Y ahora no les importa la pobreza que generan. Lo único que les importa es tumbarse a este gobierno y adelantar elecciones. El problema de fondo aquí es que de igual manera al universo le da igual.