OpiniónMiércoles, 2 de agosto de 2023
Aprende a votar o acepta las consecuencias, por Franco Consoli
Franco Consoli
Analista político

La idea de que en el país no hay una conciencia suficiente para votar se remonta siempre a las elecciones presidenciales, cuando como jefe de Estado nos encontramos con alguien como Ollanta Humala, PPK o Pedro Castillo, tras haber votado sin noción alguna. Sin embargo, esta premisa no debe asumirse únicamente en las elecciones presidenciales, sino también en las municipales.

Lo que estamos viviendo hoy, relacionado con Rutas de Lima, es el resultado de años de pésimas decisiones en Lima, y es el reflejo evidente de que la capital tampoco sabe votar. No es únicamente en provincias donde se eligen a los malos candidatos. Venimos de alcaldes como Susana Villarán, Luis Castañeda o Jorge Muñoz. Personajes que pasaron sin nada de gloria por la alcaldía de la capital. Y López Aliaga, por el momento, no se está quedando atrás.

Lima votó por una candidata completamente caviar, prefiriéndola sobre Lourdes Flores, quien nunca pudo ganar una elección. ¿El resultado? Una ola de corrupción, mafias, Odebrecht por todas partes, y la casi revocada alcaldesa acusada del delito de lavado de activos.

Luego del desastre de esa gestión, culminada en el 2014, los limeños decidieron ir por la cara conocida, que terminó pasándole mucha factura a la capital. Hundiendo completamente la imagen de Castañeda.

Después eligieron a Muñoz, ganando las elecciones de la forma más "solapada" posible, dado que los otros candidatos formaron una alianza para tumbarse a Reggiardo del primer puesto. Lo que terminó beneficiando indirectamente al entonces alcalde de Miraflores. Muñoz terminó sin culminar su mandato, y sin haber hecho algo productivo en la municipalidad.

Ahora, el querido Porky, en 7 meses de gestión, quiere hacer su "contribución más grande" después de la piscina mal hecha en San Juan de Lurigancho.

López Aliaga insiste en que se devuelvan los "peajes de la corrupción" por más que la figura sea en realidad casi imposible. Muñoz intentó anular la concesión mediante un arbitraje, tras las sospechas de corrupción de Villarán al firmar el contrato en 2013. Pero como era de esperarse, perdió. Si hay corrupción detrás de un contrato eso debe probarse, mientras tanto, si no hay un fin ilícito en este, la posibilidad de que se anule es cero. Y Porky no puede saltarse los pasos, primero se debe demostrar la ilicitud y de ahí buscar la nulidad. Así funciona la justicia.

Además, no sé si el alcalde, por el cual la mayoría votamos, es sumamente necio o está pésimamente asesorado. Tras sus declaraciones de que no cree en los arbitrajes y que como, según él, el contrato es nulo, la cláusula del convenio arbitral también lo debe ser y por ende el conflicto se debe resolver en vía judicial, solo me queda decirle que está más que equivocado.

Por más que un contrato sea declarado nulo, las cláusulas arbitrales se mantienen con el tiempo. Eso es lo que se llama principio de separabilidad del convenio arbitral, un mecanismo de protección del arbitraje que surge justamente para proteger a los arbitrajes de arrebatos como los del alcalde. El cual se encuentra contemplado en el numeral 2 del artículo 41 del Decreto Legislativo que norma el arbitraje. Así que, si quiere una nulidad, deberá buscarla en un arbitraje.

Por lo que solo me queda decirle a nuestro alcalde que deje a la justicia ir a su paso, lamentablemente, y que deje a los limeños vivir, por más que no nos guste, con las consecuencias de nuestros votos. Aprendamos a votar mejor para que no vuelvan a suceder este tipo de situaciones como la de Rutas de Lima, y si no, aprendamos a vivir las consecuencias de nuestras malas decisiones. Lo que no podemos es vulnerar el orden legal por un populismo barato, sin sustento real.

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