La escalada de violencia en Ecuador ha llegado a su punto más álgido hasta el momento. Durante estas dos semanas, previas a las elecciones extraordinarias del 20 de agosto, se han sucedido dos atentados fatales contra políticos que han conmocionado tanto nuestro vecino del norte como a gente de todo el mundo.
Fernando Villavicencio, exparlamentario, periodista de investigación y candidato a la presidencia, fue asesinado el pasado miércoles tras recibir tres disparos saliendo de un evento de campaña. Las imágenes del crimen se hicieron virales en internet y pronto, pudimos conocer que, a pesar de haber advertido que se encontraba constantemente amenazado de muerte, la labor de las autoridades fue insuficiente para resguardar su vida.
Por otro lado, Pedro Briones, dirigente del partido correísta Revolución Ciudadana, fue asesinado este lunes en la ciudad portuaria de Esmeraldas tras salir de un mitin político. Los asesinos fueron dos sujetos en motocicleta, presuntamente sicarios. Es importante mencionar que Esmeraldas, por su condición portuaria y su ubicación tan próxima a la frontera con Colombia, es la ciudad más afectada por la violencia rampante que azota Ecuador desde hace dos o tres años.
Lo llamativo de ambos asesinatos es el perfil político antagónico de ambas víctimas. Por un lado, Villavicencio era un obstinado opositor al correísmo, quien dedicó ríos de tinta y horas de investigación en divulgar los esquemas de corrupción de la larga década de gobierno de Rafael Correa. Por ejemplo, un tema recurrente en las entrevistas de Villavicencio era la trama de Petrochina, un dudoso endeudamiento con China que fue pagado con cantidades exorbitantes de producción petrolífera futura.
Por su parte, Briones era el líder regional de Revolución Ciudadana para Esmeraldas y cercano a Luisa Gónzalez, candidata del correísmo a la presidencia. En ese sentido, salvo que los partidos políticos se estén matando en la calle como carteles de la droga, pensar que el móvil de uno u otro asesinato fue netamente político-partidario es insuficiente.
La presencia del narco mexicano
La violencia en Ecuador viene creciendo vertiginosamente desde el año 2020. Sólo en el primer semestre del 2023, las muertes violentas registradas aumentaron en un 70%. De seguir con esta tendencia, se espera que Ecuador sea el país más violento de la región para finales del presente año.
La presencia activa de carteles de la droga mexicanos en territorio ecuatoriano es uno de los principales factores que han disparado la violencia en un período de tiempo tan corto. La buena ubicación entre Colombia, Perú (los dos mayores productores de cocaína del mundo) y el Océano Pacífico, su moderna infraestructura vial y portuaria y la economía dolarizada del país lo hacen altamente atractivo para funcionar como centro logístico de operaciones en la región.
Es así como los carteles importaron sus brutales métodos, sus enfrentamientos tribales y su amalgama de delitos conexos a un otrora territorio relativamente pacífico.
¿Podría repetirse esta experiencia en otros países de Latinoamérica? Ya hemos visto como el Tren de Aragua está sembrando el terror en nuestro país. ¿Estaríamos preparados para la presencia del narco mexicano? La respuesta es simplemente aterradora.