PortadaMartes, 22 de agosto de 2023
No es Tesoro de Comas

Sigrid Bazán fue a Comas por un baño de gloria, pero se encontró con la dura verdad. Apenas la congresista de Cambio Democrático-Juntos por el Perú pisó el municipio, el que es liderado por Ulises Villegas, un numeroso grupo de personas la abordó no solo para señalarle que su investidura no los representa sino también para gritarle a viva voz que es una “terrorista”. Y no es para menos. Su historial habla por sí solo: le dio fuerza a la candidatura presidencial de Pedro Castillo, aprobó la asunción al premierato de Guido Bellido, trabajó en pared con el entonces ministro de Trabajo Iber Maraví y hasta adoptó en su partido político a Guillermo Bermejo. Estos son solo algunos botones por los que se ganó a pulso el encono ciudadano, el que a veces quiere disimular recurriendo a sus zonas de confort como la Universidad San Marcos o moviéndose en fila con sus aliadas, entre ellas Verónika Mendoza.

El rosario de Tesoro

Lugar que pisó, lugar donde desplegó su credo izquierdista, salivando consignas que solo revolvían a la ciudadanía por una supuesta causa mayor cuando en realidad solo era por un interés personal. Así pasó tanto en la conducción en Latina como en La República. En este último frente, por ejemplo, expuso su talento para la contradicción: dijo que nunca postularía alCongreso y fue lo primero que hizo apenas dejó el periodismo activista. Y así fue puliendo ese perfil que hoy genera una profunda animadversión en distintas partes del Perú, como acabamos de ver ahora en Comas.

Empecemos con el Factor Pedro Castillo. Cuando el entonces candidato de Perú Libre estuvo transitoriamente (por el resultado a boca de urna) en el segundo puesto por la segunda vuelta del ruedo electoral, exhortó a una manifestación en las calles, diciendo entre líneas que la democracia estaba en peligro, porque siempre es así cuando ellos no ganan. El apoyo de Bazán fue inmediato: “Coincido con el señor Castillo”. Y luego dijo, al mismo estilo de César Acuña: “Tampoco hago un llamado a la violencia cuando aún no ha ocurrido ningún hecho violento”. Debíamos esperar entonces. Esto por supuesto fue patrocinado por ese fuerte antifujimorismo que profesa desde la cuna. “Es momento de defender al Perú de la aplanadora naranja”, dijo muy enfática.

Amor a primera vista

Curiosamente, en este intervalo ya había dicho que no iba a “trabajar con nadie vinculado al terrorismo”, pese a que el postulante a una curul, Guillermo Bermejo, también perulibrista, (recordado por querer tomar el poder sin necesidad de las “pelotudeces democráticas”) estaba siendo investigado por el delito de filiación a Sendero Luminoso y pese a que el mismo profesor chotano fue el precursor de la organización sindical Fenate Perú, vinculada a Movadef y esta al cuadro senderista.

Pero bueno, el proyecto de Sigrid y su comparsa (Roberto Sánchez, Ruth Luque, Isabel Cortez y Edgar Reymundo) estaba en marcha: había que aliarse con Castillo, quien finalmente aterrizó al sillón de Pizarro y quien como primeras movidas puso en Cancillería a Héctor Béjar (quien dijo que el terrorismo fue iniciado por La Marina) y en el premierato, a última hora, a Guido Bellido (investigado por el caso Los Dinámicos del Centro y por apología al terrorismo). Pero no, para la izquierdista la asunción de este último fue valiosa porque en su presentación habló “en quechua”. Hay prioridades.

Y así las nupcias de las izquierdas progresista y radical tomaron un peligro rumbo en coalición. Castillo y Bazán promovían la asamblea constituyente, una segunda reforma agraria y más. Incluso fue tanta la cercanía que la congresista decidió juntarse con el entonces ministro de Trabajo, Iber Maraví, quien fue acusado de haber participado en atentados terroristas con Sendero Luminoso. Los delatores fueron ex integrantes de esta célula subversiva: Víctor Reyes Cconislla y Juan Alarcón Gutiérrez.

Amistades peligrosas

Pero como pasó con esos electores que eligieron a Castillo, terminaron exponiendo síntomas de decepción, sin notar que la errancia ya estaba establecida, a tal punto que las puertas del mismo Ejecutivo estaban abiertas a vinculados con el terrorismo. Ahí tenemos a Segundo Vásquez Gonzales, secretario general del Fenate, y al resto de integrantes de esta misma organización: Moisés Chipana Chipana, Mauro Concha Villegas, Juan Arosti Taipe, Ángel Cirilo Oblitas Negrón, Brangil Juan Mateo Blas, Roger Apolinar Ortiz, entre otros.

Mientras que a la prensa sí le habían negado el ingreso a Palacio durante varios meses. Y para evitar alguna filtración incluso cercaron la Plaza Mayor.

Recién después de dos intentos de vacancia fallidos, de seis investigaciones fiscales, de 78 ministros y 495 días de gobierno, Bazán entró en razón. Pero no por voluntad propia. Pedro Castillo tuvo que enrostrarle su verdadero plan ejecutando un golpe de Estado. Por suerte, las Fuerzas Armadas no cayeron en esta jugada. Ni siquiera la misma seguridad del que estaba a punto de escaparse a México.

Esto, sin embargo, no desdibujó el oficioso moralismo de Sigrid Bazán. Todo lo contrario. Vacado el golpista, cree que lo mejor para el país es reiniciar todo y por qué no poner a algún elemento de su frente en el sillón de Pizarro. Para esto viene movilizando una fuerte campaña de desestabilización invocando al adelanto de elecciones. Le ha declarado la guerra a alguien que fue parte del círculo chotano. Una vez más, la incoherencia.

Con todo esto, no debería sentirse asediada por la justificable arremetida del pueblo.

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