De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española de la RAE, el término “impunido” -del latín impunitus- significa: “Que queda sin castigo, impune”. Ello significa, por ejemplo, que una persona que comete una infracción de tránsito, se pasa la luz roja y el policía no lo sanciona, dicha persona es un impunido, cometió una infracción de tránsito y no fue sancionado con una multa. Así mismo, una persona que comete un delito y no es juzgado y condenado, se mantiene “impunido”, esto es, sin castigo. Peor aún si ni siquiera es detenido y puesto en prisión preventiva, ahora que está de moda.
De un tiempo a esta parte, el Perú se ha convertido en el reino de los impunidos, esto es, un Estado en donde la impunidad reina e impera por doquier, es el mundo al revés. La impunidad significa “falta de castigo”, de acuerdo con el diccionario de la RAE. En nuestra querida patria, al parecer, una persona puede cometer una infracción administrativa o de tránsito o peor aún, cometer un delito y simplemente… ¡no pasa nada! Esta persona no es sancionada, acusada, detenida, denunciada o condenada. Puede continuar su vida plácidamente y como si no hubiera pasado nada.
En el Perú, al menos, ejemplos sobran. La impunidad se ha convertido en toda una regla o “costumbre” nacional. Puede decirse que solo los tontos van a la cárcel o son multados. Estamos en el país de los pícaros o -disculpen el francés- de los pendejos, los vivitos, etc. en donde estos sujetos abundan y en donde “la criollada” se impone. La persona honesta y cumplidora de la ley es mal vista o, en el mejor de los casos, pasa por tonta o pelotuda. Aquí la criollada y la viveza se imponen.
De allí que cabe preguntarnos ¿Hay alguna persona detenida, acusada o condenada por el mayor robo en la historia de nuestra república peruana, como es el caso Odebrecht o Lava jato? En este reino de la impunidad, los fiscales no acusan, los jueces no juzgan y, simplemente, no condenan. Delincuentes detenidos y con suficientes pruebas en su contra, son puestos en libertad sin el menor reparo a las pocas horas. Entonces, ¿De qué justicia estamos hablando? ¿Existe justicia en el Perú? Para muestra un botón: Personajes como Vizcarra que luego de los múltiples escándalos y graves acusaciones en su contra, amén del claro genocidio de mas de cien mil peruanos al imponernos el uso de la desastrosa “vacuna” “Sinofarm”, impidiendo que los peruanos utilizáramos una mejor vacuna como la Pfizer, o prohibiendo la implementación de plantas de oxígeno, el uso de pruebas moleculares, etc. solo para enriquecerse vilmente, tenga aún el cuajo de pretender ocupar un cargo público, crear un partido político, y más aún, pasearse por las redes sociales dando consejos y recomendaciones a los peruanos, es una muestra del gravísimo deterioro moral que atraviesa el Perú y de la descarada impunidad que existe en el país, lo cual le da tranquilidad y seguridad a toda una diversidad de delincuentes que se pasean libremente, conscientes que nada les sucederá puesto que nadie les pondrá la mano encima ni los acusará de nada, amparados en fiscales y jueces corruptos que no los tocarán.
El reciente caso de la anulación de la condena impuesta a Vladimir Cerrón es otra muestra más de que la impunidad se sigue imponiendo -o en todo caso comprando- en el país. ¿Qué podemos esperar si hasta la misma actual presidente de la República ejerce funciones luego de haber violado la ley electoral al continuar trabajando en la RENIEC sin renunciar con la antelación de seis meses que establece la ley, haber postulado en una plancha nula de pleno derecho y haber alcanzado la vicepresidencia y luego la presidencia, ante la anuencia de un pobre JNE y su cuestionado presidente, que se hizo de la vista gorda para avalar a dicha señora? Contra el exalcalde de Lima Jorge Muñoz sí actuaron prestamente, vacándolo de inmediato por una cuestión mucho menor. ” Justicia gourmet” al gusto del “cliente”.
¿Qué ejemplo se está dando a los niños y jóvenes que observan a diario a ladrones, asesinos, violadores, violentistas y demás, paseándose por el país, haciendo lo que les da su regalada gana, ante la vista descarada de todo el mundo y, simplemente… ¡no pasa nada! Si el Ministerio del Interior no da seguridad a los ciudadanos, si el Ministerio Público no detiene y acusa, si el Poder Judicial no administra justicia y condena, etc., a la sociedad civil no le quedará otra cosa que ante un Estado que no funciona ni cumple con sus obligaciones hacia el bien común, tomar la iniciativa, armarse y defenderse de la delincuencia -como sucediera en los años ochenta y parte de los noventa en la época del terrorismo- o aplicar la justicia por su mano, ante la inoperancia de un Estado incapaz y hasta corrupto.
Obviamente todos queremos un sistema democrático sólido y un Estado de Derecho que funcione y cumpla con la finalidad del bien común. Pero, si la impunidad continúa imponiéndose y los “impunidos” campean por doquier… continuaremos en el reino de la impunidad y, por qué no decirlo, en el reino del caos permanente, del cual ni el “Plan Bukele” ni nadie nos podrá librar. Están advertidos.