OpiniónViernes, 8 de septiembre de 2023
Bola de Cebo: la ética en tiempos de guerra, por Juan Carlos Lynch
Juan Carlos Lynch
Comunicador y redactor

El escritor francés Guy de Maupassant escribió un cuento llamado “Bola de Cebo”, un relato ambientado en la Francia del siglo XIX, que se desarrolla en el enfrentamiento de los franceses contra los alemanes en tierras francesas. Los prusianos habían tomado una ciudad de Francia y a todos sus habitantes. Los burgueses franceses de la zona confabulan sobre cómo escapar. Un grupo de diez personas se alista para escapar. Mientras emprenden en viaje a escondidas, la guardia alemana los detiene. Entre las personas se encontraba una mujer, Bola de Cebo, quien era una prostituta. Uno de los guardias prusianos condiciona la huida: podrán pasar, sí, solo si ella se entrega sexualmente frente a mis pasiones.

Aquí yace una cuestión ética muy bien trabajada por el autor que, con ironía y sátira, expone la endeble moral de dichos burgueses. Para sobrevivir, el grupo buscará adular, persuadir, animar a aquella mujer a entregarse “por el bien común”. La mujer accederá a la petición, presionada y sin opción, y desarrollando la aplicación de una ética consecuencialista: se basa en el resultado final como máxima del bienestar común.

Los alemanes cederían el paso. Sumida en dolor, Bola de Cebo es víctima, no solo de un abuso sexual, sino del detrimento sucedido por sus propios colegas. Es expuesta a mofas, a la ridiculización por su accionar. No solo carga con el dolor físico, sino con el sufrimiento de ser vista de manera indigna. Aquella mujer que inmola su ser, es luego presa de la malicia de quienes alguna vez se lo suplicaron. Bola de Cebo pasa de ser la salvadora, a ser solo un medio, una cosificación, para un fin. Es decir, frente a su categoría utilitaria, nadie es capaz de redimir su espíritu ni humanidad.

El autor francés expone los términos morales en la guerra, el ejercicio de la ética es un escenario de supervivencia, los avatares de los franceses durante esa época y la tragedia de una sociedad incapaz de sostenerse en el dolor de la crisis existencial.

Reflexiones

¿Qué hacer en una situación así? ¿Busco el bien mayor o la moral absoluta? Immanuel Kant decía que el hombre es siempre un fin en sí mismo, por lo que el deber moral debe sujetarse a esa categoría epistémica (del conocimiento). Siguiendo su filosofía, la mujer nunca debió acceder a dicha tregua. El debate está abierto.

Maupassant también diagnostica con sutileza la doble moral, el ejercicio cínico, el desestimar las acciones que alguna vez jugaron a tu favor. Se plasma la decadencia de una muestra de la sociedad que es estimulada por el deseo de libertad, pero con toda la potencialidad de crear una tiranía. Pues, la incapacidad de valorar al individuo es la puerta de entrada al abuso y a la esclavitud.

Cuando tu vida está en juego, la ética y la moral juegan un rol intrépido. Tus sujeciones racionales sobre “preservar el bien”, “hacer siempre lo bueno”, podrían, quizás, desvanecerse. ¿Es este el último paso hacia la trascendencia de los actos? ¿Debo ser fiel con mis convicciones hasta el final? ¿Quién soy si no actúo en base a lo que creo?

Una conclusión de este cuento podría ser que una sociedad acentuada en una moral frágil y cínica, incapaz de ver a los individuos con dignidad, es rápidamente secuestrada y abatida por el mal. Quizás, los burgueses alojaron resentimiento pues, sin importar cuánto poder y riqueza podían tener, eso no los iba a hacer libres. Una mujer tuvo que “morir” por ellos. Condicionaron su vida por alguien de un estatus más bajo, una desclasada. Y luego de verse favorecidos, su destructora alma, recelosa, operó con alevosía.

No supieron valorar el sacrificio. No supieron valorar el costo de la libertad.

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