Según han denunciado varios policías, la ley que acaba de aprobar el Congreso (N° 31873) para regular los ascensos del personal de la PNP, liquida la posibilidad de llegar a generales a muchos coroneles que no tienen los cursos y diplomas que se exige para eso. Y, como ya no pueden acceder a estudiar un año una maestría que se cursa en grados anteriores, están imposibilitados de convertirse en generales. (Oscar Quispe, “Perú.21”, 15/9/23).
Es decir, se refuerza una tendencia que viene practicándose hace varios años en la PNP: privilegiar los títulos, diplomas y cartones sobre el trabajo de calle, la operatividad, la práctica policial. Y no solamente para el ascenso a general, sino durante toda la carrera.
De esa manera, van ascendiendo y ocupando los cargos más importantes –incluso el Ministerio del Interior-, oficiales que han hecho su carrera en aulas y escritorios, y cuya principal habilidad es cuidarse para no meterse en problemas y tener una hoja de servicios impecable, en el sentido que si no se enfrentan a la delincuencia y al terrorismo, no acumularán denuncias en su contra.
Porque aquellos que combaten a los malhechores con decisión y energía, siempre están expuestos a ser acusados por los facinerosos, sus abogados y las ONG, por supuestamente haber violado sus derechos.
De esa manera, de seguir prosperando esta equivocada tendencia, se irá consolidando en la PNP una casta de oficiales medrosos, preocupados solamente por acumular títulos y diplomas, que se convierte en el camino para llegar a los más altos grados y cargos.
Como se puede entender, esto es lo peor que puede pasar en momentos en que la delincuencia está creciendo descontroladamente y es cada vez más violenta. Para enfrentar esa amenaza se necesita oficiales y sub oficiales aguerridos, que no tengan temor a combatir enérgicamente a los criminales, ni tampoco miedo a las acciones legales y mediáticas de sus defensores: las ONG caviares, abogados, y a veces magistrados del sistema judicial, más preocupados por amparar a los forajidos que a sus víctimas y a los agentes de la ley.
Antes había una suerte de norma no escrita en la PNP, que requería seguir ciertos cursos para poder ascender y llegar a los altos cargos. Pero como no estaba incluida en la ley, esa norma se podía romper para posibilitar que, por ejemplo, policías que habían estado dedicados a combatir el terrorismo y la delincuencia común en la década de 1990, pudieran ascender.
Ahora, como se ha establecido en la ley, eso ya no será posible.
En síntesis, esta nueva ley es perjudicial –para colmo ha sido aprobada, según el congresista Roberto Chiabra, con la anuencia de los altos mandos y el Mininter- y debería ser modificada de inmediato. El Perú necesita promover e incentivar a los policías de calle, operativos, para frenar el avance de la delincuencia.
Otrosí digo. Según algunas versiones, los responsables de la muerte de 4 militares en Putis, Ayacucho, el 4 de setiembre, serían narcotraficantes y no terroristas de Sendero Luminoso. Si eso es cierto, estaríamos ingresando a una nueva etapa.
Hasta ahora, los narcotraficantes han rehuido cualquier enfrentamiento con las fuerzas del orden, utilizando como sicarios a los remanentes terroristas de Sendero Luminoso.
Si es que verdad que los narcos están constituyendo sus propias bandas armadas, no solamente para proteger sus cargamentos de droga de otros delincuentes, sino para atacar a patrullas del Ejército y asesinar a varios efectivos, se está entrando a otra fase cuyas consecuencias ya se han observado en Colombia, México y otros países.
Mientras tanto, el encargado de combatir la peor amenaza a la seguridad nacional, está escondido, tratando se refugiarse en labores de prevención del fenómeno del Niño, que corresponde a otras entidades. Ya se sabe, entonces, hacia dónde vamos.