OpiniónLunes, 18 de septiembre de 2023
Tráfico infantil: un mal silencioso en el Perú, por Naomi Teruya
Naomi Teruya
Comunicadora

Hace tan solo unos días, en el Cusco, se conoció la noticia de que en un centro obstétrico clandestino habrían vendido alrededor de 20 recién nacidos. Esto alarmó a muchos sobre la presencia de presuntas redes que operan silenciosamente.

Según el Ministerio Público, en el 2021, habrían traficado alrededor de 600 niños, estadística que considera los casos que han sido denunciados, investigados y que han logrado, en algunos, ser resueltos. Sin embargo, el panorama es aterrador porque, probablemente, el numero de niños desaparecidos y vendidos son muchos más, pero al no ser denunciados, al no tener una investigación correcta o quedar impunes, esta problemática seguirá creciendo y captando más víctimas.

En Perú, alrededor de un tercio de la población tiene menos de 18 años, lo que resalta la necesidad de asegurar un entorno seguro y saludable para los niños y adolescentes. La pobreza es uno de los desafíos más urgentes. Alrededor del 20% de los niños peruanos residen en hogares que están por debajo del umbral de pobreza, lo que los pone en peligro de carecer de recursos básicos como la comida y la atención médica. Además, la pobreza a menudo obliga a los niños a abandonar la escuela y trabajar para mantener a sus familias, lo que limita sus oportunidades futuras y exponiéndolos a toda clase de peligro en las calles.

El tráfico de niños puede ser de muchas maneras diferentes. Algunas son vendidas a familias que quieren adoptar, pero quieren evitar los costosos procesos legales. Otros son obligados a trabajar en condiciones inhumanas, como la explotación sexual, la minería o la agricultura. Estos niños frecuentemente enfrentan abusos físicos y emocionales, y se les niega la oportunidad de tener una infancia normal. La vía más común es el secuestro de niños, sobre todo cuando son más pequeños, lo que hace mucho más difícil el hecho de que puedan volver a sus hogares.

Si bien ser conscientes de este problema es muy importante, también debemos dudar de muchas organizaciones internacionales que dicen querer ayudar y que terminan priorizando otros temas, con intereses políticos, y no aportando nada sobre la problemática a enfrentar. Debemos exigir a las autoridades que cumplan su rol y, en el caso de los parlamentarios y del ejecutivo, puedan proponer soluciones reales y concretas que, a su vez, no implique darles mayor poder a oenegés que lo único que buscan son donaciones y financiamiento para Dios sabe qué.

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