En los años ochenta y parte de los noventa, muchas personas -al igual que hoy solemos llevar celulares- portaban revólveres y pistolas de la forma más natural. Lima parecía una ciudad del viejo oeste americano. La razón de ello: la espantosa situación de inseguridad en la que el terrorismo había envuelto al país. Tenía amigos que como agrónomos trabajaban en el campo y no era de extrañar que en sus fundos tuvieran escopetas, revólveres, pistolas, carabinas de munición y hasta granadas de mano. Estas últimas y las escopetas eran lo más recomendado por si eras objeto de un ataque terrorista de Sendero Luminoso o del MRTA. De igual modo, al asistir a una reunión social no era nada raro que dejaras el arma a la entrada del lugar, como si se entrase a un “Saloon” al mejor estilo del lejano oeste. Si asistías a clases a la universidad, no era de extrañar que algunos alumnos tuviesen su arma en el maletín, por si acaso, arma por supuesto obsequiada por su generoso padre, para su seguridad personal. Inclusive tenía compañeros que asistían a clases a la universidad y que por tener un padre ocupando un importante cargo político o en las Fuerzas Armadas, asistía a clases con guardaespaldas, puesto que la inseguridad por el terrorismo reinaba por doquier.Así vivíamos. Lo mejor del caso -algo que me hacía mucha gracia-, era que la mayoría de mis amigos portaban el arma más por esnobismo, moda o simplemente porque, en fin, todos tienen una, y si es de marca y bonita, mejor. Obviamente que la gran mayoría en su vida había disparado un arma, pero bueno, llegado el caso, será pues como en las películas. Cojo el arma, jalo el gatillo y listo.
Derrotado el terrorismo a mediados de los noventa, la “moda” de las armas fue pasando, y la mayoría de la gente dejó de portar armas procediendo a venderlas o guardarlas por si acaso. Con el aumento de la delincuencia e inseguridad ciudadana de los últimos años, y ante la impotencia o ausencia de la Policía Nacional (PN) para enfrentar a la delincuencia, la gravísima situación de inseguridad ciudadana está obligando nuevamente hoy a los ciudadanos a armarse para su autodefensa -puesto que la PN, repito, lamentablemente no puede con la delincuencia. Luego que los últimos gobiernos de izquierda y corruptos, se dedicasen a humillar, desprestigiar y menospreciar a la PN, se han promulgado -para remate- normas que prácticamente impiden a la PN utilizar sus armas de reglamento, no solo para defender a los ciudadanos de la delincuencia sino inclusive para defenderse ellos mismos del ataque de delincuentes, turbas violentistas armadas, etc.
Obviamente, ante esta situación, la delincuencia se ha sentido impune e incentivada a cometer más delitos pues la ciudadanía se encuentra prácticamente indefensa y no hay que ser un experto en seguridad para pronosticar que esto seguirá en aumento, mientras continúen estas absurdas normas en donde el policía o la víctima -peor si se defienden- son los malos y los delincuentes son los buenos a los que debe respetarse por encima de todo, derechos humanos incluidos.
La presidente Boluarte, desde su periplo por Nueva York, no se le ocurre mejor cosa que declarar en Emergencia a los distritos de San Juan de Lurigancho, San Martín de Porras y Sullana en Piura. ¡Genial solución! Hemos vivido en Estado de Emergencia los últimos años en Lima -por no decir en todo el Perú- y ¡es cuando la delincuencia más ha aumentado! ¿Aun cree la gente del gobierno que los “estados de emergencia” solucionan estos problemas como por arte de magia? ¿El sacar soldados a las calles amedrentará a los delincuentes? ¿Acaso el Ejército va a disparar contra los delincuentes? Y si lo hace ¿Serán detenidos y acusados ante los jueces o peor aún, ante la nefasta y vergonzosa Corte Interamericana de Derechos Humanos defensora de terroristas y caviares?
Señores del gobierno, aquí se requiere una labor de inteligencia policial de un lado, que implica la elaboración de toda una estrategia para la lucha contra la delincuencia; y de otro lado, permitir -como bien sucede en todo país desarrollado y civilizado- que la policía haga su trabajo, imponiendo la paz y el orden si no es a las buenas, mediante el uso de la fuerza utilizando sus armas de reglamento, y no me refiero a viejos revólveres sino a pistolas modernas de 18 tiros, escopetas y armas automáticas. La PN no puede actuar atada de manos, y enfrentarse a delincuentes armados ¡hasta con ametralladoras y granadas! La debilidad de nuestra PN es patente ¡y eso los delincuentes lo saben! De allí que hagan lo que les da su regalada gana por las calles del Lima, las carreteras y en todo el país. ¡Ya basta de proteger a los delincuentes y condenar al ciudadano que se defiende solo con o sin arma, o condenar al policía que lo defiende!
Si el gobierno no trabaja con inteligencia, con una estrategia y un plan concreto, con una legislación que apoye a nuestra PN permitiéndole trabajar como lo hace cualquier policía en el mundo, tendremos que la ciudadanía comenzará – ya comenzó- a armarse por su cuenta adquiriendo armas para defenderse -lo cual dicho sea de paso es el ejercicio de su derecho a la legítima defensa, un derecho fundamental que a nadie se le puede negar-; en las carreteras continuarán los continuos asaltos semanales a autobuses, como si de diligencias del viejo oeste se tratasen. Cabe mencionar que, paradójicamente, las ciudades del mundo en donde las personas viven más armadas son las más violentas e inseguras. En el Perú, para la obtención de una licencia para portar un arma para defensa personal, ni siquiera se requieren antecedentes penales o policiales. Basta una simple prueba psicológica, una prueba de tiro y ya está. Cuando renové mis licencias de armas, todos mis compañeros le dieron a cualquier cosa menos al blanco, incluyendo el techo del polígono. Fui el único en acertar cinco tiros en el blanco gracias al duro y costoso entrenamiento que tuve que tener semanas antes. De otra manera, imposible. Sin embargo, como mi padre bien me decía, si portas armas para defenderte, ¿Estás dispuesto a matar? Porque si disparas no es a las piernas o a un brazo. Eso no lo hace ni Jessy James. La respuesta quedó en el aire.
En todo caso, es un hecho que, de continuar esta situación, veremos a émulos de el “vengador anónimo”, de el “justiciero” o algún imitador de Clint Eastwood caminando por las calles, masticando tabaco y disparando a los malvados, pues si las autoridades no hacen algo pronto, por el momento no nos quedará otra. Los peruanos ya estamos hartos de esta situación. De seguir así, el Perú se convertirá en el antiguo lejano oeste americano, en donde solo se impondrá, como esa vieja serie de los sesenta, “La ley del Revólver” …