OpiniónJueves, 21 de septiembre de 2023
Pensar mal, por Eduardo Vega Marisca

Hace poco más de 9 meses, Pedro Castillo fue apresado por intentar un golpe de estado, dando paso a la asunción de Dina Boluarte. Y si bien en el Perú se produjo un cambio de gobernante, los estándares de mediocridad e inacción en el Ejecutivo y el gobierno en general se mantienen iguales.

En efecto, dicha variación generó alguna expectativa, debido a la paupérrima capacidad del profesor chotano para llevar las riendas del país, pasados los sobresaltos de los episodios violentos azuzados por la facción más radical de la izquierda. Sin embargo, ahora parece que los peruanos nos volvemos a encontrar con una moneda del mismo valor, pero con diferente personaje.

La inversión privada parece estar estancada, sino incluso en descenso. Vivimos un proceso inflacionario, junto con la incertidumbre de conocer si habrá o no un Fenómeno El Niño, al tiempo que no se aprecia la ejecución de obras sustanciales que nos permitan paliar los impactos de dicho fenómeno. Después de todo eso, solo nos quedará rezar para que no ocurra o que el mismo sea sumamente leve.

Con estas proyecciones nada alentadoras, considerando el tremendo incremento de la criminalidad que estamos viviendo en estos días, me vinieron a la cabeza las palabras de mi abuela que decía: “Piensa mal y acertarás”. Y es que, si tenemos en cuenta cómo les gusta a los gobernantes socialistas/comunistas tener a la población en estado de necesidad (mientras achacan la culpa de las carencias a terceros), no puedo sino pensar que en nuestros gobernantes -directos e indirectos- hay algún tipo de interés subrepticio por no atender las necesidades básicas de la población, para que una vez alcanzado el punto crítico, nos empiecen a repartir migajas para calmar a las huestes.

Para mí, no es gratuito que vivamos un incremento de la criminalidad como el que tenemos hoy en día, con mafias que extorsionan negocios para el cobro de cupos, e incluso colocando explosivos si no se atienden sus requerimientos (como lo hacía en antaño el MRTA), o que se agarran a balazos en Lince por el control de zonas donde se ejerce la prostitución, como bien pudimos observar hace unos meses en los noticieros dominicales. Pues, si hemos recibido una enorme cantidad de ciudadanos extranjeros sin la documentación correspondiente, y no tenemos controles fronterizos eficientes, cualquiera de nuestros “enemigos regionales” pudo aprovechar la oportunidad para camuflar sus peores alimañas entre los cientos de inmigrantes decentes que buscaban refugio. Después de todo, la única manera de proteger a un dictadorzuelo como Castillo y financiar narcoestados era generando una situación de crisis que mantenga ocupada a nuestra PNP y la población, mientras se “extrae” de nuestro territorio las sustancias ilícitas que ellos descaradamente comercializan sin control.

Así, y mientras Cerrón tiene el desparpajo de tuitear que nuestros políticos se están peleando por migajas que no son de relevancia para la población (como la JNJ), los verdaderos enemigos del Perú continúan pescando a río revuelto para beneficio de sus propios intereses y en desmedro de nuestras posibilidades de crecimiento y desarrollo.

Obviamente, en el legislativo -salvo honrosas excepciones- tampoco se pueden salvar, pues al estar tan cómodamente acomodados para extender el mandato de Dina en tanto sea posible, al tiempo que se blindan mutuamente para no ser sancionados por la comisión de ética, solo se han convertido en una fuente más para el resentimiento de la población con la clase política. Ni siquiera se han puesto a trabajar o pensar en la urgente necesidad de reformar la legislación electoral, para de alguna manera evitar todas las distorsiones de representación que a la fecha enfrentamos, con lo que solo nos confirman que no existen intereses políticos reales, sino meramente personales.

La peor parte es que estamos atrapados en medio del juego político y la inoperancia de nuestras autoridades. Hemos perdido la expectativa de que den el término menos dañoso a la duración de este periodo presidencial, con la implementación de las reformas necesarias. Las fuerzas políticas más interesadas en retornar al “statu quo” que mantiene al Perú en piloto automático vienen promoviendo de manera sistemática y continua la renuncia de Dina, para que tengamos que presenciar una elección en las mismas condiciones nefastas que se dieron en las elecciones con las que se erigió Castillo.

Y, si este será nuestro inexorable destino, la derecha ya debería haber definido sus alianzas y candidatos, e incluso haber comenzado a exhibir los planteamientos políticos económicos objetivos con los que el Perú podría salir de la crisis en la que viene cayendo antes de que nos convirtamos en la próxima Argentina, Bolivia o Venezuela.

Algunos creerán que exageramos, pero si el Perú no empieza a enrumbar su destino a través de la adopción de políticas claras para el retorno de la inversión, seguirá cayendo en la misma espiral que ha llevado al estado calamitoso en el que se encuentran los países antes mencionados. Además, recordemos que, a diferencia de Argentina, aquí no solo se carece de ideologías liberales o de derechas medianamente desarrolladas, sino que tampoco hay espacios abiertos para la difusión directa de dichas ideologías sin que sean directamente etiquetadas como facistas o extremistas por los social confusos que militan en el centro izquierda de nuestro espectro político.

Es hora de enfrentar y reconocer que, si dejamos a nuestros gobernantes, congresistas y demás “opinólogos” continuar enfocados en las peleas sobre la permanencia de los miembros titulares de una JNJ, la vacancia de Dina nos tomará por sorpresa, y lo más probable es que repitamos un resultado nefasto como el de 2021, con Antauro Humala u otro equivalente como presidente.

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