El pasado domingo tuvo lugar el primer debate presidencial para las elecciones argentinas, las mismas que se llevarán a cabo el 22 de octubre del presente año.
Los candidatos que participaron fueron Patricia Bullrich de Juntos por el Cambio, Myriam Bregman del Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad, Juan Schiaretti de Hacemos por Nuestro País, Javier Milei de La Libertad Avanza y Sergio Massa de Unión por la Patria.
El debate tuvo tres ejes temáticos: economía, educación y derechos humanos. Asimismo, el formato permitía hasta cinco réplicas para cada candidato presidencial por cada intervención.
Ahora, haciendo un balance sobre el desempeño de cada candidato, considero que el mismo transcurrió sin muchas sorpresas. Massa, el candidato oficialista, fue agarrado como piñata por todos los demás candidatos pues, a pesar de que trató de presentarse como una propuesta fresca, le fue imposible desvincularse del gobierno kirchnerista de Alberto Fernández, del cual él mismo es ministro de Economía actualmente.
Por otro lado, Milei presentó su plan de “revolución liberal para la Argentina” de una manera elegante y fácil de entender, sin muchos tecnicismos y sin excederse del tiempo asignado. Supo también responder contundentemente a las réplicas de los adversarios, manteniendo su posicionamiento como la primera opción para llevarse las elecciones presidenciales. Por ejemplo, en el bloque de derechos humanos tuvo una respuesta memorable al desmentir que no fueron 30 mil los desaparecidos durante la dictadura, sino poco más de 8000.
Patricia Bullrich, quien venía pisándole los talones electoralmente a Milei, decepcionó mucho pues desaprovechó este debate para convencer al elector argentino que ella es mejor opción que Milei. Enfatizó que tiene más escaños en el parlamento, más gobernadores, pero, al mismo tiempo, reafirmó su calidad de “casta” y, en una réplica demostró ignorar el concepto de LELIQS, el cual es básico para entender la economía argentina y proponer soluciones para la inflación.
Por otro lado, me sorprendió para bien Schiaretti, un viejo gobernador de la provincia de Córdoba que habló con sensatez. No buscó peleas innecesarias, más bien usó el debate como vitrina para mostrar sus buenos logros como gobernador y habló de cómo podría trasladar su experiencia hacia el gobierno nacional. Me pareció que es un candidato para un país estable, no para un país como Argentina que hoy en día se está incendiando.
Finalmente, no hay mucho que decir de Bregman. Es una persona muy ideologizada. Fue lo más bajo del debate por mucho. Se dedicó a insultar con sofismas y falacias a todos los candidatos, tal vez pensaba que así rascaría algunos votos.
Esperemos que esa forma de hacer política no le funcione pues, mientras los votantes sigan premiando a estos charlatanes, países tan grandes como Argentina seguirán gobernados por escorias como CFK o Alberto Fernández.