A 531 años de la llegada de los españoles al nuevo mundo no queda duda el enorme legado que dejaron aquí. Por más que algunos sectores políticos se esmeren en negar y cuestionar esta herencia cultural, es fundamental resaltar aquellos aspectos que enriquecieron nuestra forma de ver la vida y en definitiva cambiaron por siempre el rumbo de la historia. Sin embargo, también es muy importante conservar dicho legado. Así como hay una gran mayoría que comparte los valores y costumbres heredados de aquel tiempo, hay muchas personas que hoy buscan destruirlos.
En primer lugar, debemos resaltar la vigencia del catolicismo en el Perú. De acuerdo con la encuesta Ipsos de diciembre del año 2022, el 80% del país se percibe como católico. Es decir, hay una abrumadora mayoría que se siente identificada con esta religión y los valores y costumbres que la biblia enseña. En orden de prioridades podemos afirmar que el catolicismo y el proceso de evangelización en el Perú fue clave en el desarrollo de nuestra cultura. La construcción de templos, la enseñanza en quechua del catolicismo y los valores que constituyeron las leyes de la sociedad se fundamentan esencialmente en aquello que está escrito en el nuevo testamento. El hecho de que en Perú tengamos un Congreso que aprobó celebrar el día del niño no nacido, frenemos la oleada de la ideología de género, reivindiquemos el valor de la familia y la Iglesia sea la institución más confiable según diversas encuestas de percepción sin duda se debe a que los valores católicos calaron en nuestra sociedad a través de los siglos. Sin embargo, hay países que con el tiempo perdieron el rumbo.
Lamentablemente hoy en España, la madre patria, ese legado está en crisis. Más de un tercio de la población no se considera creyente. Este país es la evidencia que cuanto más una sociedad se separa de los valores del catolicismo/ cristianismo, más condenada está a elegir gobernantes sin bases morales sólidas que terminan imponiendo políticas sin ningún sentido.
Y es que a través de la posmodernidad y la “muerte” de Dios, lo que se nos vende en Occidente es el relativismo puro del estado de las cosas. Sobre esa base se erigen presidentes como Pedro Sánchez en España, quien en momentos de crisis demuestra su tibieza moral. No es capaz de salir abiertamente a condenar a Hamás y encima autoriza a palestinos que apoyan a los terroristas a manifestarse en plena Plaza de Sol en Madrid. En lugar de unirse a los demás países occidentales (Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos, Reino Unido), demuestra un nivel de inmadurez política preocupante.
Definitivamente lo que alguna vez fue la España de Santiago Matamoros ya no lo es más. No hay punto de comparación entre los grandes caballeros de las cruzadas como Ramón de Borgoña, Enrique Lorena o Raimundo de Tolosa y quien ocupa la Moncloa actualmente. Por supuesto no se podía esperar más de un presidente que además se une con la izquierda de Pablo Iglesias, personaje cuya productora de televisión fue financiada con 9,3 millones de euros del régimen iraní, actual aliado de Hamás y Hezbollah. Tenemos al enemigo en casa y la población no se quiere dar cuenta.
Hoy es deber de aquellos católicos iberoamericanos predicar la palabra de Dios y los valores que han hecho próspero a Occidente. Curiosamente hoy la conquista católica debe ser al revés. Los iberoamericanos debemos llevar a los hermanos españoles al camino correcto que ellos alguna vez nos enseñaron y que los hicieron grandes.