OpiniónJueves, 12 de octubre de 2023
Actos que no sorprenden, por Percy Urteaga
Percy Urteaga
Analista político

El día de ayer, en el pleno del Congreso de la República, se llevó a cabo la votación para admitir a trámite la moción de censura de la tercera vicepresidenta del parlamento, Rosselli Amuruz. Esta se sustentaba en hechos que alegaban que la legisladora participó en una fiesta en el distrito de Lince que culminó en un trágico homicidio, así como en su vinculación a polémicas contrataciones de personas cercanas a su actual pareja en el legislativo y sus viajes al extranjero durante días de semana de representación. Tras la votación, se archivó la moción de censura, lo que significa que se blindó a la parlamentaria.

Las acciones de la congresista Amuruz no sorprendieron a muchos, ya que los políticos, y especialmente quienes integran el parlamento, no son bien vistos por la mayoría de los ciudadanos. Los actos que involucran irregularidades y van en contra de la ética se consideran propios de los "padres de la patria". Es algo muy lamentable que se espera que cambie en el futuro.

Además, el blindaje a la parlamentaria por la mayoría del Congreso probablemente tampoco sorprendió a la mayor parte de la población, ya que desde hace años existe la idea popular de que los congresistas se protegen mutuamente, lo que ha popularizado la expresión "otorongo no come otorongo", haciendo referencia al encubrimiento entre parlamentarios ante irregularidades y actos de corrupción.

A pesar de que el Código de Ética del Congreso establece en su artículo 2 que los congresistas deben realizar sus labores conforme a los principios de transparencia, veracidad y responsabilidad, la mayoría de los legisladores ha decidido salvar a su colega Amuruz, sin tomar en cuenta que debería cumplir con su labor política de manera seria y responsable, evitando cometer actos impropios que transgredan la ética parlamentaria.

Lo peor de todo es que muchos están tolerando este tipo de actos. Algunos lo hacen por desaliento y falta de confianza en la política, mientras que otros lo hacen por indiferencia ante los asuntos que deberían interesar a todos los ciudadanos. Ambos casos son preocupantes. Ojalá llegue el día en que realmente tomemos conciencia y repudiemos, como ciudadanos, cada acto que atente contra la ética pública.

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