OpiniónLunes, 16 de octubre de 2023
Antisemitismo y Anticapitalismo, juntos otra vez, por Bruno Schaaf
Bruno Schaaf
Analista político

Hace una semana, el grupo terrorista Hamas perpetró la mayor matanza de judíos en 24 horas desde el Holocausto, cobrando cientos de vidas de civiles, quemando personas vivas y mutilando cuerpos. Apenas una semana después, en Europa y otras partes de Occidente, observamos miles de manifestaciones que justifican y celebran esta masacre. En nombre del sistema de pensiones y la multiculturalidad, Europa ha importado un antisemitismo similar –o más salvaje– al que fue erradicado a mediados del siglo XX.

Mientras tanto, la izquierda internacional –que suele acusar de nazis a cualquiera que piensa distinto– se niega a condenar el ataque terrorista y la ola de antisemitismo. Más bien, considera el antisemitismo islámico como un aliado político estratégico para fortalecer su posición contraria a todo lo que Israel representa: el libre mercado, el estilo de vida occidental y, por supuesto, la cooperación con Estados Unidos. Sin lugar a dudas, un cálculo político repugnante que tiene al ser humano y su vida en último lugar.

Solo bajo esta línea de pensamiento se puede entender la casi unánime indiferencia de la izquierda internacional ante la tragedia del pasado sábado, así como su idealización de organizaciones terroristas como Hamas y Hezbolá, que a menudo catalogan como "movimientos de liberación". Y solo bajo esa perspectiva se puede también comprender por qué académicos y medios de comunicación, como la BBC, se niegan a llamar a Hamas un grupo terrorista o insisten en socializar la responsabilidad de la tragedia o, peor aún, culpan directamente a Israel.

Lamentablemente, la hipocresía de la izquierda pasará desapercibida –como siempre– y seguirán culpando a cualquier adversario de nazi, mientras ellos mismos defienden a un grupo que busca exterminar al pueblo judío. Afortunadamente, lo que no ha pasado desapercibido en el resto del espectro político es el fracaso de la política migratoria en Europa. Una sociedad cuyos miembros no comparten los mismos valores está destinada al caos, y esta idea está ganando fuerza en toda Europa, como lo demuestran las elecciones regionales en Alemania. El pico del progresismo ya pasó.

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